Después de varios años "vampirizando" foros, blogs y diarios de viaje, creo que ya ha llegado el momento de estrenarme en este mundo y contar mis experiencias viajeras en este blog.

Espero que perdonéis mi falta de práctica y los errores que pueda cometer, y que os sirva para buscar información para vuestros viajes o simplemente, para que disfrutéis al menos una décima parte de lo que he disfrutado yo en estos últimos años recorriendo mundo.

Y como pasa con todo en esta vida, un viaje puede convertirse en inolvidable si la compañía es la adecuada, y yo he tenido la suerte de ir siempre fantásticamente acompañada en todas mis aventuras.

Se admiten críticas, sugerencias, aplausos y abucheos... y todo lo que creáis conveniente, porque eso significará que alguien está leyendo mi blog¡¡¡

sábado, 18 de septiembre de 2010

DÍA 5: COLONIA DE SACRAMENTO (URUGUAY)

Colonia de Sacramento es una pequeña ciudad uruguaya justo “enfrente” de Buenos Aires (entre ambas queda el Río de la Plata), que destaca por su pequeño barrio histórico. Es un lugar estupendo para pasar el día, la verdad es que nos encantó el sitio.

Para ir hasta allí se toma el ferry rápido de la empresa Buquebus y en una horita has cambiado de país. Así que bien tempranito pillamos un taxi en el hotel que nos llevó hasta la terminal del ferry que está en Puerto Madero. Como habíamos comprado ya los billetes por internet (sale más barato y te aseguras una plaza, porque el barco iba llenito) solo teníamos que hacer el auto check-in en unas maquinitas que había a la entrada, donde un empleado bastante amable estaba ayudando a la gente y “peleándose” con las maquinitas en cuestión, porque de cuatro que había solo estaban funcionando bien dos¡¡¡

Desayunamos en la cafetería que había en la terminal (yo para no variar mis adoradas medias lunas) y nos dirigimos hacía el control de inmigración donde había una cola bastante apañadita. Después de chuparnos el colón, llegamos a la ventanilla y nos dicen que tenemos que rellenar la tarjeta de salida de Argentina. Agggg¡¡¡¡ Todos para atrás¡¡¡ Y es que justo antes de la cola había una mesita con un montón de tarjetas de esas para rellenar, pero no las habíamos visto. A rellenarlas y a la cola otra vez. Ahora sí, sellazo de salida de Argentina en el pasaporte y sellazo de entrada en Uruguay. Eso es bastante curioso, te dan la salida y la entrada en el mismo sitio, hay un funcionario uruguayo sentaíto al lado de uno argentino y lo hacen todo de una vez. Así que sin salir de Argentina, ya estábamos en Uruguay¡¡¡ 

El viaje fue super tranquilo, el barco es bastante grande y tiene un “duty free” enorme dentro, donde había casi más gente que  sentada en los asientos. Y así sin darnos cuenta, ya estábamos llegando a Colonia.

Salimos de la terminal y tomamos la calle Manuel Lobo que va al barrio histórico, la zona más bonita de la ciudad. Por el camino vimos una Oficina de Turismo y pillamos un planito. El lugar era idílico y hoy por fin, lucía el sol. 


Lo primero que se nos ocurrió fue subirnos a un murete, como una especie de atalaya, para ver las vistas. La escalerita para subir (escalerita por llamarla de alguna forma) ya se veía complicaita, pero para arriba que fuimos. Pero todo lo que sube, baja y la escalerita en cuestión…, eso no había quien la bajara. Así que con la espalda pegada al muro y las puntas de los pies en el vacío literalmente, fuimos “reptando” en plan comando hasta el otro extremo del muro, donde había otra especie de “escalera” donde las probabilidades de despeñarse bajaban del 90% al 45%. Mucho mejor, donde va a parar. Ya en tierra firme, sanos y salvos, seguimos el paseo por el Callejón de los Suspiros, el Paseo de San Gabriel, el Puerto Viejo, la Plaza de Armas,





Comimos en un sitio muy chulo, LA PULPERÍA DE LOS FAROLES, justo en la Plaza Mayor, unos platos de pasta riquísimos y bicheando en las tiendas del barrio, compramos artesanía superbonita y a un precio estupendo. En todos los comercios y restaurantes de la zona admiten los pesos argentinos, así que no es necesario cambiar dinero. Como aún quedaba tiempo para tomar el barco de vuelta, visitamos también un pequeño acuario con especies propias de la zona.

Volvimos con tiempo a la terminal para pasar los trámites de inmigración (esta vez, rellenando con tiempo la tarjetita de entrada a Argentina y con bastante menos gente que a la ida) y de vuelta a Buenos Aires¡¡¡ Lo dicho, si os queda tiempo, es un sitio precioso a donde ir.

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