Con muchísima pena hacemos la maleta y nos vamos a la puerta del albergue a esperar el transfer, Vespatagonia, que nos va a llevar al aeropuerto. Teníamos que tomar el vuelo de las 12:21 con destino a Buenos Aires, llegando allí a las 15:17. Como iba a cambiar la cosa…
Mientras esperamos al transfer, conocemos a Guillaume, un chico francés con muy buena onda que está haciendo la vuelta al mundo¡¡¡ Lleva 12 meses viajando y aún le quedan 2 más. Entre el español que sabe y nuestro mínimo inglés (de francés nosotros ná de ná), nos cuenta sus peripecias y todos los países en los que ha estado.
Llega el transfer y con buena hora llegamos al mini-aeropuerto. Facturamos, nos dan las tarjetas de embarque y con ellas vamos a pagar las tasas: te cobran por salir de El Calafate. ¡¡Toma ya¡¡ No es mucho, pero no sienta nada bien.
Vamos hasta la puerta de embarque y nos ponemos a esperar la salida del vuelo mientras charlamos con nuestro amigo Guillaume. Miro a la pantallita y veo que nuestro vuelo está demorado. Causa: la niebla. La verdad es que había bastante, no se veía nada a dos palmos. Pasa el tiempo y el vuelo sigue demorado. Y de buenas a primeras, puf, desaparece de la pantalla. Bajamos a ver qué pasa y nos dicen que el avión que venía a El Calafate y luego nos llevaba a Buenos Aires, ha tenido que aterrizar en Rio Gallegos y que vendría a recogernos cuando la niebla se disipara. Y pregunto: “¿Y eso cuándo va a ser?” Y me responden: “Pues cuando Dios quiera. La Patagonia es así” No, si razón no le faltaba al hombre¡¡
A esperar más rato y de repente se escucha por megafonía: “Su atención, por favor: Fulanito y Fulanita pónganse en contacto con personal de la compañía” Y Fulanito y Fulanita, que éramos nosotros, para abajo otra vez. Nuestro vuelo estaba cancelado definitivamente y nos metían en el siguiente vuelo que iba para Buenos Aires. ¡¡Que amables¡¡ “¿Va directo, verdad, señorita?” “No, va primero a Ushuaia” ¡¡¡¡¡¿¿¿¿Qué????¡¡¡¡ Al fin del mundo LITERALMENTE¡¡¡
Llega el avioncito en cuestión, llenito de gente, nos ponen en los asientos al ladito de los motores (que es ir ENCIMA de los motores y a volar. Por cierto, a Guillaume también le han “regalado” el viajecito a Ushuaia.
Bueno, pues al menos vamos a ver el fin del mundo desde el aire. Y estamos divisando el paisaje (precioso, eso sí) tan tranquilos desde la ventanilla, cuando el avión pone el morro pá abajo y empieza a bajar en picado rollo F18. ¡¡¡Agggg, tengo el estómago en la campanilla¡¡ ¡¡Qué miedito¡¡ Después del “aterrizaje” se escucha: “Su atención por favor, el comandante de la nave pide disculpas por las molestias ocasionadas durante el aterrizaje”. Aerolíneas hoy me tiene contenta: nos regala un vuelo a Ushuaia, o sea, 2 horas y pico más de viaje para llegar a Buenos Aires, y luego un aterrizaje “Top Gun” para darle emoción al asunto.
Total y para resumir un poco el día, en lugar de llegar a Buenos Aires a las 15:17 después de 3 horitas de vuelo, llegamos a las 9 y pico de la noche, después de más de 5 horas en lo alto de un motor. Pero ya se sabe… la Patagonia es así.
Por fin llegamos al hotel, otra vez el IBIS OBELISCO. Recogemos las maletas que nos habían guardado y cambiamos la ropa de invierno por la de verano. Y mañana rumbo a Iguazú, espero que sin pasar por Ushuaia¡¡
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