Después de varios años "vampirizando" foros, blogs y diarios de viaje, creo que ya ha llegado el momento de estrenarme en este mundo y contar mis experiencias viajeras en este blog.

Espero que perdonéis mi falta de práctica y los errores que pueda cometer, y que os sirva para buscar información para vuestros viajes o simplemente, para que disfrutéis al menos una décima parte de lo que he disfrutado yo en estos últimos años recorriendo mundo.

Y como pasa con todo en esta vida, un viaje puede convertirse en inolvidable si la compañía es la adecuada, y yo he tenido la suerte de ir siempre fantásticamente acompañada en todas mis aventuras.

Se admiten críticas, sugerencias, aplausos y abucheos... y todo lo que creáis conveniente, porque eso significará que alguien está leyendo mi blog¡¡¡

martes, 28 de septiembre de 2010

DIA 15: NUESTRO PRIMER DÍA EN RIO DE JANEIRO CON EL CRISTO REDENTOR Y EL PAN DE AZÚCAR.

Nos levantamos con ganas y nos “disfrazamos” de brasileños: camiseta, pantalón corto y chanclas. Desayunamos en el hotel y bajamos a recepción para preguntar que autobús había que tomar para ir al Monte Corcovado. Rio es una ciudad inmensa y caótica. Tiene un traficazo brutal y es muy difícil ir andando de un sitio a otro, ya que las distancias son enormes y la ciudad se encuentra desperdigada por varias colinas y entre ellas se sitúan las favelas, cientos de ellas y muy grandes. Es impresionante ver la ciudad desde arriba, es entonces cuando puedes disfrutar su belleza, porque una vez abajo en la “jungla” todo es coche, pitos, gente y bullicio¡¡¡
Para moverte por la ciudad puedes optar por los taxis (seguros y no demasiado caros) o vivir Rio desde dentro y embarcarte en la aventura de su transporte público: los autobuses, cientos de ellos que van como locos a todas partes de la ciudad¡¡ También tienen metro, pero solo dos líneas que sirven básicamente para ir al centro o al barrio de Maracaná.
Nosotros, por supuesto, optamos por pillar buses. La chica de recepción nos dijo los números de autobús que iban a Corcovado y dónde paraban. Así que enfilamos la Rua do Catete, que a esa hora de la mañana, era un enjambre de puestos callejeros de todo lo que se puede imaginar: fruta, ropa, productos de segunda mano, etc  Enseguida llegamos a una plaza (no recuerdo su nombre) y justo al lado de la parada de metro, estaba la parada del bus que buscábamos. Ese día tuvimos muuuuuucha suerte y el autobús estaba en la parada, así que para arriba¡¡ Ah, y a pasar por el tornito de las narices: justo detrás del conductor hay un minúsculo torno por donde tienes que pasar de puntillas, encogiendo la barriga, aguantando la respiración y por supuesto, sujetando con los brazos arriba el bolso o la mochila que lleves¡¡¡ Que si no te quedas atrancada y ni para adelante ni para atrás¡¡¡ Vamos, que ni la “Gisele Bunchen” esa pasa por ahí.
Le preguntamos al conductor que si podía avisarnos cuando llegáramos a nuestra parada y el bus subió toda la Rua Laranjeiras y en unos 20 minutos llegamos a la parada que el tren cremallera que sube al Monte Corcovado tiene en Rua Cosme Velho.

Compramos los billetes del tren y en otros 20 minutejos ya estábamos arriba. Durante el trayecto se ve por las ventanillas de la parte derecha unas hermosas vistas de la ciudad, pero lo mejor es cuando se está arriba, así que no hay que pelearse por pillar asientos a la derecha. Bajas del tren y hay unos ascensores que te suben más arriba aún y ahí está ya: ¡¡EL CRISTO REDENTOR¡¡


Justo en la base del Cristo por detrás hay una pequeña capillita que puede visitarse. Y lo más increíble son las vistas de las que disfruta el Cristo¡¡¡ Desde allí arriba se comprende porque a Rio la llaman la “Ciudad Maravillosa”.
Pero si estas vistas son espectaculares, no lo son menos las que luego vimos desde la cima del “Pan de Azúcar”. Después de disfrutar un buen rato en las alturas y bichear en la tienda de recuerdos (bastante cara) cogimos de nuevo el trenecito que bajaba. Nos montamos en uno de los vagones y de repente: “Pa pa pa, samba, pa pa pa, Janeiro, pa pa pa” ¡¡Un grupo de samba liándola parda dentro del tren¡¡ Y unos pocos bailando y cantando a ritmo de samba, muy divertido, como se contagiaba el ritmillo… todavía muevo la cintura al recordarlo¡¡¡
Después del divertido trayecto, bus de nuevo a “nuestro” barrio, donde aprovechamos para comer y descansar un rato (ya se iba notando el calor¡¡) Sobre gastronomía brasileña no puedo hablar mucho, la verdad. En Rio nos conformamos con matar el hambre en locales de comida rápida. Tampoco vimos demasiados restaurantes que nos llamaran la atención, así que poco que añadir sobre el tema. Bueno sí: les encanta beber unas latas de color verde fosforito que se llaman Guaraná. Tienen mucho gas y tiene un sabor entre ácido y metálico. Y en los Mc Donald`s y sitios así, en lugar de beber esos vasos gigantes de hielo con coca-cola que ponen por España, beben cantidades industriales de zumo: de uva, de naranja, de melocotón, …
Después de reponer fuerzas decidimos seguir a lo grande y nos fuimos al Pan de Azúcar. Teníamos que pillar el bus en la Avenida Praia do Flamengo hasta el barrio de Urca. Y ahora sí que nos dimos cuenta de lo “gracioso” que es coger un autobús en Rio: “Vale, tenemos que coger este o este número.  A ver, esta es la parada, pero en el cartelito solo pone que para uno de los números y otros mil más. Ea, pues cogemos ese. Mira, por ahí viene un autobús. No, espera, vienen cinco autobuses a la vez. Y a toda pastilla. Ay, que estos no paran. ¿Les ves los números? ¿Y en los mil carteles que tienen pegados en el cristal de delante, ves alguno que ponga Urca? Joder, es que si viene cinco a la vez, no doy pa verlos a todos. Pero mira ese, el que tira por el carril del medio. ¡¡Que es el nuestro¡¡ ¡¡¿O no?¡¡ Pero sal a mitad de la carretera a mirarle el número. Uy, han parado tres y los otros dos corren como si no fuera con ellos y sin echar una miradilla siquiera a la parada¡¡ Pues uno de los “huidos” era el nuestro. Más suerte la próxima vez” 
Ea, pues así se cogen los autobuses en Rio: los números que se indican en las paradas paran (o no) en ellas, y los que no se indican, pues paran más que los otros. Y vienen de tres en tres y sin ademán de frenar. Así que desde la lejanía hay que aguzar la vista, intentar verle el número al autobús o buscar el sitio adonde vas pegado en un cartel y levantar el brazo y hacer aspavientos para que el conductor te vea, se apiade de ti y pare. Y con la lección bien aprendida, paramos el que nos llevó a la entrada al funicular que sube al Pan de Azúcar.
Esta vez junto al torno había una señora que cobraba los billetes y ella fue la que nos avisó donde nos teníamos que bajar.
El funicular tiene dos paradas, una en cada cima de los dos cerros conocidos como Pan de Azúcar. Las vistas son espectaculares. En la primera parada, pueden sentarte en uno de los  bancos y relajarte con el espectáculo que hay a tus pies, mientras algún que otro mono “espelucao” corretea a tu alrededor.





La segunda parada es la más alta, pero también donde hay más gente, que rompe un poco la magia del sitio.

Y después a descansar. Habiamos pasado un día estupendo, pero estabamos hechos polvo.

lunes, 27 de septiembre de 2010

DIA 14: NOS DESPEDIMOS DE IGUAZÚ Y VOLAMOS A RIO DE JANEIRO.

Hoy teníamos por delante una jornada maratoniana de vuelos que empezaba a las 10:20 saliendo del mini-aeropuerto de Puerto Iguazú, llegada a 12:10 al Aeroparque de Buenos Aires y salida a Rio de Janeiro a las 16:55 para llegar ¡¡por fin¡¡ a las 19:55 a la “Ciudad Maravillosa”. Todo esto siempre y cuando Aerolíneas Argentinas nos lo permita…

Así que desayunamos en el hotel para coger fuerzas y esperamos el transfer que habíamos reservado la tarde antes, Four Tourist Travel, que salía más económico  que un taxi. Hicimos algunas paradas en distintos hoteles recogiendo pasajeros y finalmente llegamos al aeropuerto.
Bueno, nada emocionante que contar esta vez. El vuelo salió más o menos en hora, cajita con bizcocho para entretenernos, aterrizaje la mar de aburrido para lo que ya estábamos acostumbrados y llegada al Aeroparque.
Pasamos los controles de aduana, rellenado por no sé cuanta vez la tarjeta de salida de Argentina y después de una cola enorme, llegamos a la puerta de embarque. Allí nos apalancamos en un par de sillones y esperamos a que saliera nuestro vuelo. Mientras pudimos comprobar lo aficionados que son los brasileños a los duty-free. ¡¡Salían hasta arriba de bolsas¡¡
El vuelo salió en hora y sobre las 8 de la tarde aterrizamos en Rio. Como nos habían tocado los asientos junto al ala, apenas pudimos ver la ciudad en el aterrizaje. Pero ya la disfrutaríamos mañana…
Después de recoger la maleta encontramos una casa de cambio y cambiamos euros por reales a no se qué precio. Pensamos hacerlo así para no perder tiempo el día siguiente buscando bancos en Rio para cambiar. Además habíamos leído que a veces las casas de cambio, ofrecían mejores cambios que los propios bancos.
Avanzamos un poco más y de repente al doblar una esquina nos encontramos de frente con cuatro  o cinco ventanillas y unas chicas detrás desgañitándose y casi con medio cuerpo fuera intentando llamar nuestra atención¡¡¡ Anda, lo que estábamos buscando. Las compañías de remises. Total, que al pito pito, fuimos hacia unas de las ventanillas y contratamos un remis, que si se pagabas la ida y la vuelta, te hacían un descuento.
Y en una media hora, cuarenta minutos estábamos llegando a nuestro hotel. El viaje en taxi, una experiencia. Pero nada que ver con la que aún nos quedaba con los autobuses cariocas. ¡¡Cómo corren los “jodios”¡¡
Nuestro hotel estaba situado en Praia do Flamingo: HOTEL MENGO PALACE: Rua Correia Dutra, 31. 195 reales la habitación doble con desayuno (tarifa internet, allí era más caro) No me pidieron ningún dato para hacer la reserva por email. Wifi era un poco caro: 5 reales al día. La zona donde estaba el hotel era bastante tranquila, por un lado, la avenida Praia do Flamingo, donde paran un montón de autobuses, y por arriba, la Rua do Catete, una calle comercial típica carioca. Nosotros paseamos por la zona tranquilamente y en ningún momento, sentimos inseguridad ni vimos nada raro.
Y ahora, a descansar que mañana tocaba un día duro…

lunes, 20 de septiembre de 2010

DIA 13: LADO BRASILEÑO DE LAS CATARATAS DE IGUAZÚ: VER LAS CATARATAS

Hoy tocaba el Lado Brasileño de las cataratas. Hay gente que recomienda visitar antes este lado para tener una visión global de las cataratas y luego ir al lado argentino para sentirlas de cerca. Otros, en cambio, aconsejan lo contrario. Nosotros preferimos ir primero al lado argentino y al día siguiente al lado brasileño. Los dos parques son excepcionales, pero de todas todas en el Lado Argentino las disfrutas muchísimo más. Aquí se necesita un día entero, mientras que para visitar el lado brasileño, es suficiente con una mañana o una tarde.
La tarde de antes habíamos preguntado a la chica de recepción como podíamos ir al lado brasileño. Nos dio dos opciones: o en taxi o con una enrevesada combinación de autobuses que te dejaban y recogían en la frontera. Como no nos convenció mucho, decidimos ir a preguntar a la estación de autobuses y allí nos informaron de un bus que por 45 pesos ida y vuelta, te llevaba directamente al Parque Nacional y te esperaba el tiempo que estuvieras haciendo los trámites de inmigración. Tenía salidas a las 8:20, 10:20 y 12:20, y los horarios de vuelta eran a las 11, a las 13 y a las 17, recogiéndote en el mismo punto en el que te habían dejado. Nos pareció la mejor opción.
Así que nos levantamos con hora para pillar el bus de las 8:20. Desayunamos tranquilamente y nos dirigimos a la estación de ómnibus. Y allí nos volvimos a encontrar a Guillaume¡¡¡ Nos despedimos de él, que iba a coger un bus a Salta, y le deseamos lo mejor en los dos meses de aventura que le quedaban. ¡¡Eso si que es un viaje, 14 meses recorriendo el mundo¡¡
Pillamos el bus y en poco más de 45 minutos llegamos al Parque Nacional Brasileño. Por el camino hay que hacer el paso de frontera. Primero el bus te para en la frontera argentina, donde te ponen el sello de salida del país (aquí no hace falta rellenar la tarjeta de salida, menos mal¡¡). Te montas otra vez en el bus y a unos  500 metros, otra vez para abajo, a la frontera brasileña a que te pongan el sellazo de entrada en Brasil. Y a la vuelta, igual pero al revés¡¡¡
El autobús te deja justo en la puerta de la entrada al parque.

Nos ponemos en la cola para sacar la entrada. Se puede pagar en dólares, pesos y reales. Nosotros llevábamos pesos, pero a la hora de pagar me dice la chica que le tengo que dar el importe exacto, 172,10 pesos por las dos entradas, que no tiene cambio en pesos para darnos. Y fíjate tú que llevo todo el viaje cargada de monedas y billetes chicos, y precisamente ese día solo llevábamos billetes de 100 pesos¡¡¡ ¡¡¡Cabreo monumental¡¡¡ Intentamos cambiar en la tienda de regalos y en el bar que hay a la entrada, pero no lo conseguimos. Bueno, vamos a pagar con tarjeta… Y me dice la chica que da error¡¡¡¡ Aggg¡¡¡¡ ¿¿Y ahora que hacemos??
Teníamos pensado ir después de las cataratas a visitar el Parque de las Aves, que queda justo enfrente, cruzando la carretera. Decidimos ir allí a ver si tenemos suerte y al comprar la entrada pillamos cambio. ¡¡Bingo¡¡ Ya tenemos el precio justo (esto parece el concurso de la tele¡¡¡).
Este parque alberga un montón de especies de aves propias de la zona, la mayoría en jaulas bastante grandes. Pero lo mejor es que también tienen unos voladeros enormes donde puedes entrar con ellas. Vimos tucanes, loros, cotorras, avestruces, algunos reptiles, un mariposario y hasta colibríes¡¡¡ Intentar sacar una foto de un colibrí en vuelo es todo un ejercicio de paciencia y rapidez en darle al botón¡¡ ¡¡Mi chico lo consiguió¡¡











Después de ver el Parque de las Aves, volvimos al de las Cataratas con el dinero justo requetecontado y por fin pudimos entrar. Una vez dentro, pillas un autobús gratuito que hace varias paradas. Las dos primeras es para hacer excursiones opcionales como senderos en 4x4 o paseos en lanchas (se pagan aparte). Nos bajamos en la tercera parada que es donde comienzan las pasarelas para ver las cataratas.


Tras media horilla de paseo llegas al final de la pasarela, donde te “refrescas” con la espuma que forma el agua al caer (pero nada que ver con lo de las lanchas de ayer).


Vuelves un poco atrás y puedes coger un ascensor que te sube a un mirador con más vistas a las cataratas y desde donde se accede a la última parada que hace el autobús y final del recorrido. Allí hay tiendas y un par de sitios para comer, pero nosotros íbamos con nuestras viandas compradas la tarde de antes en uno de los supermercados de Puerto Iguazú: un sándwich de miga, empanadas y una especie de bola frita de puré de patata rellena de carne. Nos sentamos en un escalón a comernos nuestros manjares y justo al terminar y tirar las sobras al cubo de basura, aparecen dos coatíes atraídos por el olor y superpesados intentando colarse en el cubo para pillar algo. Es curioso, los cubos de basura y las papeleras tienen unos boquetes muy pequeños para evitar así que se cuelen dentro estos bichos y la líen parda¡¡¡
Después de descansar un rato divisando por última vez las cataratas, pillamos el bus que te deja de nuevo en la entrada al parque y luego el bus de vuelta a Puerto Iguazú, parando de nuevo en las fronteras.
Era nuestra última noche allí, ya que mañana teníamos jornada maratoniana a Rio de Janeiro, y cenamos en un restaurante muy tranquilito, LA ESQUINA. 
Si El Calafate nos dejo impresionados, no menos lo hizo Iguazú. Es casi imposible decidir que lugar te gusta más, mientras que El Calafate es una inmensidad pacífica de hielo, Iguazú es un estruendo de vida y agua.¡¡Hay que ir a verlo y sobre todo, a vivirlo¡¡

DÍA 12: LADO ARGENTINO DE LAS CATARATAS DE IGUAZÚ: SENTIR LAS CATARATAS¡¡¡

Toca levantarse temprano (vamos, como todos los días) para ver ¡¡por fin¡¡ las Cataratas. Bajamos a desayunar a la trattoria, reconvertida en salón de desayunos, donde había un pequeño buffet bastante completo con pan, medias lunas, bizcochos y tortas caseras, manteca, mermelada y el omnipresente dulce de leche, café, chocolate y zumo de naranja natural recién exprimido que te trae la camarera al verte aparecer ¡¡Muy rico¡¡

Después de desayunar, nos dirigimos a la estación de autobuses, a solo dos cuadras del hotel, a pillar el bus “El Práctico” (un bus viejete de color amarillo chillón), que por pocos pesos te deja en el Parque Nacional por el Lado Argentino. Sale cada poco tiempo, pero lo mejor es preguntar los horarios en la estación. Nosotros tomamos el primero, que salía a las 7:40, para llegar tempranito al Parque y evitar así a toda la gente que va más tarde. Cuando antes llegues, con menos gente te vas a encontrar en los circuitos¡¡¡
 A las 8 ya estábamos en el Parque comprando las entradas: 85 pesos. Nada más entrar encuentras algunas tiendas y un stand donde te ofrecen las excursiones que se pueden hacer y te explican un poco como está organizado el parque: desde la entrada se puede tomar un trenecito gratuito que hace dos paradas: una en la Estación Cataratas, donde empiezan los circuitos superior e inferior, y otra en la Estación Garganta del Diablo, donde comienza la pasarela que te lleva a la catarata más bestia, la Garganta del Diablo. A la Estación Cataratas se puede también llegar desde la entrada del Parque dando un breve paseo por el Sendero Verde. La Garganta del Diablo está un poco más lejos y prácticamente todo el mundo toma el tren desde la Estación Cataratas hasta allí, aunque también se puede ir andando.
El circuito superior es una red de pasarelas que va por encima de las cataratas, mientras que el circuito inferior son pasarelas hechas donde caen estas cataratas. Ambos circuitos son imprescindibles y muy fáciles de hacer. Además, desde el circuito inferior se puede tomar una lancha gratis que te lleva a la Isla San Martín, donde hay otro salto de agua. Otra posibilidad es hacer el Sendero Macuco, bastante más largo. Lo mejor es preguntar a la gente del parque.
Nosotros teníamos pensado hacer primero una excursión que se llama LA GRAN AVENTURA. La habíamos contratado en el mismo hotel y la pagaríamos el último día junto con la habitación (¡¡Importante¡¡ las excursiones siempre se pagan en EFECTIVO, el hotel no admite el pago con tarjetas de estas excursiones). El precio por persona es de 200 pesos, pero merece mucho, mucho, muchísimo la pena. También se puede contratar directamente en el stand del parque por el mismo precio.
Así que nos apuntamos a la primera Gran Aventura que había a las 8:45. Primero nos llevaron en un camión 4x4 por un sendero de 8 Km. donde nos iban explicando la distinta flora y fauna que podíamos ver en el parque: aves, coatíes y capibaras eran los animales más fáciles de ver y bastante más difícil, serpientes y monos. Iba diciéndonos esto cuando se escuchan unos gritos…¡¡ Miramos hacia los árboles y vemos tres o cuatro monos con cara de pocos amigos pegando chillidos: los monos aulladores¡¡ Jeje.

Después del paseo, tocaban las lanchas. Media hora por los rápidos del Rio Iguazú hasta llegar a la caída de las cascadas. ¡¡Una chulada¡¡ ¡¡Sabe a poco¡¡


Cuando te subes a las lanchas (o gomones) te dan un chaleco salvavidas y una bolsa de plástico grueso impermeable para meter tus cosas. Bueno, que amables, por si salpica algo de agua… Pero miramos atrás y vemos a los que llevaban la barquita perfectamente pertrechados con pantalones, cazadoras, botas y capuchas impermeables. Uy, pues lo mismo cae algo más de agua…
Empezamos a subir el río por los rápidos y ya se ven cerca las cataratas…

Nos dicen que guardemos las cámaras en las bolsas que ya estamos cerca…

Y de repente… chof, chof, requetechof, como si hubiera veinte tíos echándote cubazos de agua encima¡¡¡ Casi no se podían abrir los ojos, no se veía nada, solo agua, espuma, agua, espuma, agua… y un ruidazo¡¡¡ No podíamos parar de reírnos¡¡¡ Fue divertidísimo¡¡¡
Después de tres o cuatro “duchazos” volvimos a tierra firme completamente empapados. Menos mal que habíamos guardado los zapatos en la bolsa impermeable y nos habíamos puesto un chubasquero… pero yo llevaba los vaqueros chorreando¡¡¡¡¡ Estuve soltando agua toda la mañana¡¡¡ Y a esto que miro hacía un lado y veo a los dos italianos que iban delante nuestra en la barca en gallumbos y escurriendo los pantalones con las manos¡¡¡ Que cachondeo, todos estábamos muertos de la risa con todo aquello. Bueno, por lo menos teníamos todo el día para ir secándonos…
Desde el punto donde nos bajamos de las lanchas, empezamos a hacer el Circuito Inferior y empezamos también a no poder cerrar la boca de asombro por lo que veían nuestros ojos. ¡¡Era todo maravilloso¡¡ Además, había poquísima gente y la que había, estaba en el circuito superior, así que pudimos disfrutar a nuestras anchas de todo aquello.



En 2 horas, tranquilamente y parándonos cada dos por tres para hacer fotos recorrimos el circuito inferior. A las 12 del mediodía nos dirigimos hacia la Estación Cataratas para pillar el trenecito hasta la Garganta del Diablo. Nos habían recomendado ir a la Garganta a partir de esta hora, para que no pegara el sol de frente y salieran bien las fotos. El problema es que mucha gente tuvo la misma idea y había demasiada gente para mi gusto cuando llegamos allí. ¡¡Importante, el acceso a la Garganta cierra a las 15 horas, así que dormirse en los laureles¡¡
Esperando el tren vimos aparecer a Guillaume. Otro buen rato de charla con él, que nos contó que la tarde de antes había estado en el Lado Brasileño. Pillamos el tren y en un ratito llegamos a la pasarela que lleva a la cascada. Prácticamente todo el trayecto se hace sobre el agua. Al llegar la pasarela se ensancha y permite ver el espectáculo de agua más brutal que he visto en mi vida. ¡¡Es impresionante la fuerza del agua cuando cae y la cantidad de espuma que se forma¡¡ Imposible ver el fondo.




Ni con la mejor cámara del mundo puede recogerse una mínima parte de lo que es aquello y del estruendo que hace al agua al caer. ¡¡Chulísimo¡¡
Después de este maravilloso espectáculo, volvimos por la pasarela a pillar el tren de nuevo hasta la Estación Cataratas. Aprovechamos para traer las viandas que habíamos traído y pusimos rumbo al Circuito Superior. En el parque encuentras bares donde puedes comer algo más o menos decente. Incluso hay un restaurante que dicen que no está mal en su entrada. Nosotros preferimos llevar nuestros sándwiches.
Hicimos el circuito superior aproximadamente en 1 hora. También disfrutamos muchísimo asomándonos a las barandillas y ver como se formaba la cascada bajo tus pies. ¡¡Una pasada¡¡


Durante todo el día hicimos nuevos amigos que estuvieron encantados de posar para las fotos:




Muy contentos con todo lo que habíamos visto volvimos por el Sendero Verde hasta la entrada del parque, donde estuvimos cotilleando un poco los puestos de artesanías y las tiendas que había: ¡¡hasta una de alfajores Havanna¡¡ ¡¡Que plaga¡¡ Al salir nos cruzamos con un par de niños que de repente empiezan a gritar: “Mira, mira, ¿qué bichos son esos?” Miramos y justo detrás de una caseta de madera había tres hámster gigantes que rápidamente salieron pitando y no quisieron posar para nuestro álbum de fotos¡¡ ¡¡Eran capibaras o carpinchos¡¡
Volvimos a Puerto Iguazú en “El Práctico” y aprovechamos para comprar comida para mañana y cenar en la Pizzería Color. Ni fú ni fá. Pedimos pasta con salsa de tomate y albahaca y pollo al curry con arroz.
Consejos para las Cataratas por el Lado Argentino: ir temprano para no toparse con mucha gente, llevar ropa seca, chanclas y chubasquero para la Gran Aventura, ir a la Garganta del Diablo a partir del mediodía para sacar mejores fotos, llevar repelente de insectos y estar bien atento a todos los animales que se van a cruzar en tu camino ¡¡Ellos te ven a ti antes que tú a ellos¡¡ Y por último, disfrutad tanto o más como lo hicimos mi chico y yo ese día¡¡¡¡¡

domingo, 19 de septiembre de 2010

DÍA 11: NOS VAMOS A IGUAZÚ.

Descansados del día de ayer, de nuevo taxi y al Aeroparque, esta vez con destino a Puerto Iguazú, la “puerta de entrada” a las cataratas por el lado argentino. Llegamos pronto al aeropuerto, facturamos y a desayunar¡¡¡ Tostado de jamón y queso, esta vez uno para los dos¡¡¡ Y de repente nos encontramos de nuevo a Guillome ¡¡Qué pequeño es el mundo, va en nuestro mismo vuelo a Iguazú¡¡

El vuelo sale con un poco de retraso (poco para lo que ya estamos acostumbrados) y en poco más de hora y media estamos llegando. ¡¡Que diferencia de paisaje se ve desde la ventanilla del avión¡¡ De la “gran nada” de El Calafate a una explosión de color verde en Iguazú, y de repente, a lo lejos, una cabaña pequeñita en mitad de la selva. Nos vamos acercando a la cabañita y resulta que es el aeropuerto¡¡¡ Un trocito de selva sin árboles para que los aviones puedan aterrizar. ¡¡Argentina nos sorprende de nuevo¡¡
Decidimos tomar un taxi que nos llevara al hotel que habíamos visto por internet, que estaba a las afueras del pueblo. Por el camino vamos viendo algunos hoteles y albergues junto a la carretera y pensábamos que sería alguno de ellos. Pero el taxista toma un camino de tierra y empieza a adentrarse en la selva camino a la derecha, luego izquierda y así un buen rato hasta que llegamos al hotel. El sitio tenía muy buena pinta, pero nos pareció que estaba muy lejos de la carretera y por supuesto, del pueblo. Así que cancelamos la reserva y le dijimos al taxista que nos enseñara un par de sitios que estuvieran en el pueblo.
 Finalmente nos quedamos en el HOTEL POSADA LA SORGENTE, un hotelito muy mono que quedaba en el pueblo y que tenía habitaciones libres: Avda. Córdoba, 454, con piscina y wifi gratis. Habitación doble con desayuno por 330 pesos (hacen un 10% de descuento si se paga en efectivo). Por la noche ofrecen cenas en  su restaurante-trattoria.

Vamos a comer a LA RUEDA, un restaurante también recomendado por los foreros, que tiene como especialidad sus platos de pasta y de pescado. El lugar es muy bonito y el personal algo lento en el servicio, pero la comida buenísima. Pedimos dos platos de pescado de río típicos de la zona: Pagú a las finas hierbas y Surubí “Garganta del diablo”, relleno de palmito, queso y tomate. Si ves vivos a los bichos, no te los comes, ¡¡feísimos¡¡, pero están muy buenos. Y el postre ES-PEC-TA-CU-LAR:  Panqueque tropical, o sea, un crep finito con frutas tropicales encima y flambeado. ¡¡Una delicia¡¡
Después del “homenaje” decidimos volver a descansar un rato al hotel. Acostumbrados al frio “patagónico”, estábamos un poco aplatanaos con el calor. Ya repuestos damos una vuelta por el pueblo, que nos recuerda un poco a los pueblos del Caribe, y enfilamos la Avda. Tres Fronteras hasta el Hito y el rio Paraná, el punto donde se unen las tres fronteras: Brasil, Argentina y Paraguay.

Cotilleamos un poco los puestos de artesanías que hay allí y vemos por primera vez  los mosquitarros que hay por la zona (nada que ver con los portaviones que habitan en el aeropuerto de Roma) Comprobamos que el repelente que llevamos, RELEC EXTRAFUERTE, funciona estupendamente: los mosquitos se tiran en picado a por nosotros y al llegar, pum, se dan media vuelta sin saludarnos siquiera.
Volvemos al pueblo y compramos la comida para mañana: dos sándwiches de miga, patatas fritas y algunos alfajores. Lo disfrutaremos en el Lado Argentino del Parque Nacional de las Cataratas de Iguazú¡¡

sábado, 18 de septiembre de 2010

DÍA 10: NOS DESPEDIMOS DE EL CALAFATE Y VOLVEMOS A BUENOS AIRES.

Con muchísima pena hacemos la maleta y nos vamos a la puerta del albergue a esperar el transfer, Vespatagonia, que nos va a llevar al aeropuerto. Teníamos que tomar el vuelo de las 12:21 con destino a Buenos Aires, llegando allí a las 15:17. Como iba a cambiar la cosa…

Mientras esperamos al transfer, conocemos a Guillaume, un chico francés con muy buena onda que está haciendo la vuelta al mundo¡¡¡ Lleva 12 meses viajando y aún le quedan 2 más. Entre el español que sabe y nuestro mínimo inglés (de francés nosotros ná de ná), nos cuenta sus peripecias y todos los países en los que ha estado.

Llega el transfer y con buena hora llegamos al mini-aeropuerto. Facturamos, nos dan las tarjetas de embarque y con ellas vamos a pagar las tasas: te cobran por salir de El Calafate. ¡¡Toma ya¡¡ No es mucho, pero no sienta nada bien.

Vamos hasta la puerta de embarque y nos ponemos a esperar la salida del vuelo mientras charlamos con nuestro amigo Guillaume. Miro a la pantallita y veo que nuestro vuelo está demorado. Causa: la niebla. La verdad es que había bastante, no se veía nada a dos palmos. Pasa el tiempo y el vuelo sigue demorado. Y de buenas a primeras, puf, desaparece de la pantalla. Bajamos a ver qué pasa y nos dicen que el avión que venía a El Calafate y luego nos llevaba a Buenos Aires, ha tenido que aterrizar en Rio Gallegos y que vendría a recogernos cuando la niebla se disipara. Y pregunto: “¿Y eso cuándo va a ser?” Y me responden: “Pues cuando Dios quiera. La Patagonia es así” No, si razón no le faltaba al hombre¡¡

A esperar más rato y de repente se escucha por megafonía: “Su atención, por favor: Fulanito y Fulanita pónganse en contacto con personal de la compañía”  Y Fulanito y Fulanita, que éramos nosotros, para abajo otra vez. Nuestro vuelo estaba cancelado definitivamente y nos metían en el siguiente vuelo que iba para Buenos Aires. ¡¡Que amables¡¡ “¿Va directo, verdad, señorita?” “No, va primero a Ushuaia” ¡¡¡¡¡¿¿¿¿Qué????¡¡¡¡ Al fin del mundo LITERALMENTE¡¡¡

Llega el avioncito en cuestión, llenito de gente, nos ponen en los asientos al ladito de los motores (que es ir ENCIMA de los motores y a volar. Por cierto, a Guillaume también le han “regalado” el viajecito a Ushuaia.
Bueno, pues al menos vamos a ver el fin del mundo desde el aire. Y estamos divisando el paisaje (precioso, eso sí) tan tranquilos desde la ventanilla, cuando el avión pone el morro pá abajo y empieza a bajar en picado rollo F18. ¡¡¡Agggg, tengo el estómago en la campanilla¡¡ ¡¡Qué miedito¡¡ Después del “aterrizaje” se escucha: “Su atención por favor, el comandante de la nave pide disculpas por las molestias ocasionadas durante el aterrizaje”. Aerolíneas hoy me tiene contenta: nos regala un vuelo a Ushuaia, o sea, 2 horas y pico más de viaje para llegar a Buenos Aires, y luego un aterrizaje “Top Gun” para darle emoción al asunto.

Total y para resumir un poco el día, en lugar de llegar a Buenos Aires a las 15:17 después de 3 horitas de vuelo, llegamos a las 9 y pico de la noche, después de más de 5 horas en lo alto de un motor. Pero ya se sabe… la Patagonia es así.

Por fin llegamos al hotel, otra vez el IBIS OBELISCO. Recogemos las maletas que nos habían guardado y cambiamos la ropa de invierno por la de verano. Y mañana rumbo a Iguazú, espero que sin pasar por Ushuaia¡¡

DIA 9: EL CALAFATE Y CERRO FRÍAS.

Hoy teníamos pensado ir a El Chaltén a hacer un poco de treckking, pero después de la tremenda nevada que cayó ayer decidimos cambiar de planes. Además, quedaba a bastantes horas en bus y tal como estaban las carreteras, más que íbamos a tardar. Se lo comentamos a Mariano, el chico de recepción, y nos recomendó hacer una excursión a CERRO FRÍAS. El plan era ir en 4x4 a la cima del cerro y, con un poco de suerte y si no había mucha niebla, ver las vistas desde allí arriba. Bueno, no sonaba mal. Lo que no sabíamos que iba “incluido” en la visita, era la “pechá” de reír que nos metimos ese día…  

Desayunamos como todas las mañanas en la “cuquicocina” y a las 9:30 pasaron los de la agencia a recogernos. La excursión nos costó 150 pesos por persona, que también pagamos el último día en el hotel, como las excursiones anteriores. El día estaba bastante mejor, hacía solecito y ya no nevaba, pero aún quedaba nieve por todas partes¡¡¡ Nos llevaron hasta el pie del cerro y allí había un 4x4 esperándonos para empezar la excursión.

Íbamos un chico de Puerto Rico, dos brasileños que no se enteraban de ná, Leandro que era el conductor, mi chico y yo. ¡¡Vaya grupete¡¡ Leandro le plantó las cadenas al coche porque dijo que “arriba lo mismo había un poco más de nieve…”. ¡¡Un poco más de nieve¡¡ Si cada vez que me bajaba del coche (o mejor dicho, saltaba del coche) la nieve me llegaba a las rodillas. Aquí la prueba…




Al principio el camino estaba bien. Nos cruzamos con algunas vacas y algunos guanacos (unos bichos muy simpáticos que se parecen a las llamas).



Leandro y el portorriqueño cada vez se iban soltando más y estaban a ver quien decía la tontería más gorda. ¡¡Qué risa¡¡ Y conforme subíamos, el camino iba desapareciendo por la nieve, vamos, que ya ni camino ni ná, “nieve a través”. Y el coche derrapando, y el portorriqueño muerto de la risa, y Leandro avisándonos que aún quedaba lo peor,…

Por fin llegamos a la cima del cerro y allá arriba el día estaba superclaro y pudimos disfrutar de unas vistas maravillosas del Lago Argentino, e incluso se veían las Torres de Paine (Chile) por un lado y el macizo Fitz-Roy por otro. ¡¡Impresionante¡¡









Después de esta otra “bofetada” de belleza, al 4x4 a bajar lo que habíamos subido. Y otra vez el cachondeo. La verdad es que lo pasamos superbién. Era una excursión que no teníamos prevista y que es ideal para hacer si tienes una mañana o una tarde libre. Además de en 4x4, también ofrecen rutas a caballo por la falda del Cerro.

Nos trajeron de vuelta al pueblo y nos fuimos a comer. Queríamos ir a “PURA VIDA”, un restaurante que también era de la gente de nuestro albergue, pero justo ese día era su día de descanso. Así que finalmente comimos en “LA LECHUZA”. Este sitio tiene tres locales en El Calafate: La Lechuza Restaurante, la Lechuzita (más rollo pizza y bocatas) y La Lechuza Pizzería. Fuimos al primero de ellos y pedimos una empanada árabe, que era como de carne aliñada con limón, una empanada de tomate y queso, unos canelones de verdura y otros de pollo. La “pasta” de los canelones de pollo no era pasta rollo macarrones, sino una masa de crep superfinita. Muy ricos. Y para variar no fuimos capaces de comérnoslo todo¡¡¡ Vino la camarera a recoger los platos y al ver que nos quedaba comida nos dijo: “Pero no me digan que ya han terminado¡¡¡” “Sí, es que acá en Argentina ponéis muchísimo de comer” “Si, es verdad, todos los españoles nos lo dicen” ¡¡Asi que, comilones, Argentina es vuestro país¡¡¡

Fuimos al hotel a descansar un rato en el saloncito con su estufita ¡¡ummmm¡¡ que agradable, y a conectarnos a internet para hacer el web check-in del vuelo de mañana. Por cierto, wifi gratis en el albergue¡¡¡ Y oh, sorpresa, con el número de la reserva solo aparece un pasajero. Yo ya no estoy. Vaya, tanto cariño me han cogido que quieren que me quede aquí. En fin, mañana haremos el check-in normal y ya está. Vueltecita por el pueblo en plan despedida y a descansar.

DÍA 8: EL CALAFATE TAMBIÉN ES PERITO MORENO.

Hoy era el día del PERITO MORENO. Hay básicamente tres formas de visitarlo: pillar el bus urbano que te deja en la entrada a las pasarelas (lo más económico), una excursión en minibús con guía que te lleva hasta allí (lo que hicimos nosotros) o el minitreckking por el Perito, que consiste en una hora y pico de paseo por uno de los extremos del glaciar, con la posibilidad de luego ir a las pasarelas.

Nos levantamos un poco antes porque queríamos ir al Banco de la Nación a cambiar dinero. Así que muy dispuestos nos vestimos (bien abrigaditos siempre), abrimos la puerta de la habitación y …. ¡¡¿¿Pero que ha pasado??¡¡ Está todo nevado¡¡¡¡ 





Increíble, había caído una nevada impresionante durante la noche y no nos habíamos dado ni cuenta.  Estaban todas las calles blanquitas blanquitas. ¡¡Y aquí empieza la gynkana¡¡ Ahí vamos los dos camino del banco: o andando por las aceras con la nieve hasta los tobillos o por mitad de la carretera pegando resbalones por el hielo¡¡¡ Y una procesión de perracos tontorrones detrás, yo creo que para reírse de nosotros, especialmente de mí, que parecía un pato con patines.

Y por fin llegamos al Banco, que a pesar de no haber abierto aún, ya tenía gente haciendo cola en la puerta¡¡¡ Cambiamos euros a pesos, esta vez a 4,79, más bajito que el primer día. Segunda parte de la gynkana: vuelta al albergue. Ay, que de ejercicio matutino. Desayunamos, que bien merecido que lo teníamos, esta vez con medias lunas. Yujuuu¡¡¡

A las 9 vino el minibús a buscarnos. Andábamos un poco moscas porque seguía nevando y el día estaba superoscuro. ¡¡Ay, no vamos a ver el Perito ni aunque nos choquemos con él¡¡ Pero por el camino, la guía nos dijo que no nos preocupáramos, que seguro que el día se ponía mejor. ¡¡La Patagonia es así¡¡ (les encanta decir esta frase) Pero, a pesar de todo, nos dijo que era bastante raro que nevara en El Calafate. Solo caen dos o tres nevadas como esa al año. ¡¡Hala, pues una para nosotros¡¡ La verdad es que fue un puntazo, luego el día se arregló y entre foto y foto hubo más de una pelea de bolas de nieve¡¡¡

La excursión nos costó 110 pesos por persona más luego la entrada al Parque que pagábamos al llegar (75p). La visita incluía primero un mini-crucerito que te acercaba a la cara sur del Perito. Media horita, nada que ver con lo de ayer. Y luego te llevaban a las pasarelas. La gente al llegar, se metió en el bar que había para comer algo. Nosotros lo hicimos al revés: estuvimos más de dos horas pateándonos las pasarelas y luego nos comimos las empanadas que habíamos comprado la tarde de antes. Así conseguimos no cruzarnos prácticamente con nadie¡¡¡ Fue increíble, más que lo de ayer si cabe. La naturaleza en estado puro y un silencio que solo se rompía cuando un témpano se desprendía y caía al agua. Una maravilla¡¡¡









Extasiados volvimos al pueblo. Para completar el día fuimos a cenar a Borges y Alvárez, un libro-bar superchulo que nos había recomendado Mariano, donde puedes comer, tomar unos “tragos” y leer o comprar alguno de los libros que tienen en sus estanterías. Un sitio único.

DÍA 7: EL CALAFATE ES TODO GLACIARES.

Para este día teníamos contratada la excursión “TODO GLACIARES”. Como dije antes, la reservamos desde el albergue y el precio (es el mismo en todos sitios porque solo hay un operador que lo hace: René Fernández Campbell) era de 335 pesos, que pagaríamos el último día en el hotel junto con la habitación. Así que nos levantamos tempranito y fuimos a la “cuquicocina” a desayunar. Había café, leche, té y mate cocido, y para comer pan con mantequilla y mermelada y unos bollitos rellenos de dulce de leche.

A las 7:15 paso el autobús de la excursión a recogernos. Seguimos recogiendo gente en otros hoteles y nos dirigimos hasta PUNTA BANDERA, el puerto donde se toma el barco. Allí hay que comprar la entrada al Parque Nacional, que no viene incluida en el precio de la excursión (75 pesos). ¡¡Ya se notaba el frio¡¡

Subimos el barco y empezamos la navegación por el LAGO ARGENTINO en dirección a los glaciares. Tras un buen rato, empezamos a ver los primeros témpanos de hielo flotando en el lago. ¡¡Todo el mundo a cubierta para hacer fotos¡¡ Lo que no sabíamos es que íbamos a ver cientos de témpanos como aquellos durante las 6 horas que iba a durar el crucero¡¡¡




Era impresionante ver esas masas de hielo tan cerca y de ese color blanco azulado. Es imposible de describir y de plasmarlo en fotos. Cuando había poca gente en cubierta y se hacía el silencio, roto solo por el ronroneo del barco, te invadía una sensación de paz indescriptible. ¡¡Que belleza¡¡ ¡¡Y que frio¡¡ Si tenía alguna arruga en la cara, se quedo estiradita ese día¡¡

Entre témpano y témpano aprovechamos para comer la “vianda” que habíamos traído. ¡¡Importante¡¡ El día de antes hay que comprar comida en el pueblo para llevarla a la excursión. El barco tiene un pequeño bar, pero es caro y tiene poca cosa. Si acaso sirve para un cafelito y un par de medias lunas. Jeje. Así que sacamos nuestras empanadas de jamón y queso y las de carne y nuestra bolsa de patatas fritas y a comer¡¡¡ Lo habíamos comprado la tarde antes en el supermercado La Anónima, y las empanadas estaban de mueeeerte¡¡¡ Otra especialidad de los argentinos¡¡¡ Tras un buen rato de travesía nos acercamos al GLACIAR SPEGAZZINI. Una pasada.



Ya sabíamos que el barco no podía seguir el GLACIAR UPSALA, porque habían caído tantos trozos de hielo al lago, que era imposible la navegación. Así que pusimos rumbo hasta la cara norte del Glaciar PERITO MORENO. Guau¡¡¡



Es increíble. Del glaciar lo único que se ve son las paredes, pero en realidad es muy extenso, son kilómetros de hielo bajando hasta el Lago Argentino. Y después de presentarle nuestros respetos al Perito (mañana lo veríamos más y mejor) volvimos a Punta Bandera para desembarcar y volver a El Calafate. La verdad es que la travesía se hace un poco larga, son muchas horas en el barco, pero merece la pena para ver ese espectáculo de hielo blanco y azul¡¡¡ Y al ser temporada baja, no había demasiada gente en el barco y podías moverte por cubierta tranquilamente y sin empujones.

Una vez en el pueblo, fuimos a tomar algo a LA ESQUINA”, típico sitio para tomar algo rápido sin complicarse demasiado (tostado y ensalada). Hay sitios mejores desde luego. Cerca había una panadería con un mostrador llenito de empanadas, y allí compramos empanadas de carne, de verdura y de jamón y queso para el día siguiente.

Cuando volvimos al albergue estaba en la recepción Mariano, un tío con una buena onda increíble. Estuvimos un buen rato hablando con él y nos dijo sitios que estaban “piolas” para ir a tomar algo. Pero ese día nos acostamos pronto porque mañana teníamos que estar descansaitos para “comernos” al Perito. Lo que no sabíamos es la sorpresa que la Patagonia nos tenía reservada…