Después de varios años "vampirizando" foros, blogs y diarios de viaje, creo que ya ha llegado el momento de estrenarme en este mundo y contar mis experiencias viajeras en este blog.

Espero que perdonéis mi falta de práctica y los errores que pueda cometer, y que os sirva para buscar información para vuestros viajes o simplemente, para que disfrutéis al menos una décima parte de lo que he disfrutado yo en estos últimos años recorriendo mundo.

Y como pasa con todo en esta vida, un viaje puede convertirse en inolvidable si la compañía es la adecuada, y yo he tenido la suerte de ir siempre fantásticamente acompañada en todas mis aventuras.

Se admiten críticas, sugerencias, aplausos y abucheos... y todo lo que creáis conveniente, porque eso significará que alguien está leyendo mi blog¡¡¡

lunes, 11 de octubre de 2010

CONCLUSIONES Y RESUMENCILLO

Lo primero, recomendar muy mucho visitar Argentina: es un país que ofrece un montón de posibilidades. Sus ciudades obviamente no son tan monumentales como las europeas, pero tienen mucho encanto. Y los parajes naturales son aplastantes.

El idioma es una ventaja para los castellanoparlantes, y los argentinos son gente encantadora. En ningún momento sentimos inseguridad. Buenos Aires es quizá la zona más complicada en ese sentido, El Calafate e Iguazú superseguros. Con el alojamiento nosotros no tuvimos ninguna queja y la comida fantástica en todos sitios.
 IMPRESCINDIBLE:
·         EL CALAFATE
·         IGUAZÚ
·         Me quedé con ganas de visitar también USHUAIA Y LA PENÍNSULA DE VALDÉS.
BUENOS AIRES: Lo más importante (Microcentro, Recoleta, Palermo y Boca) se ve en 2 o 3 días. Si queda tiempo, pasar un día en Colonia de Sacramento (Uruguay).
EL CALAFATE: Mínimo dos días completos. Imprescindible la excursión Todo Glaciares y la visita al Perito Moreno. Si queda una mañana o tarde libre, excursión a Cerro Frías.
IGUAZÚ: Mínimo dos días completos. Imprescindible visitar las Cataratas por el Lado Argentino y por el Lado Brasileño. En la Lado Argentino, hacer la “Gran Aventura” y en el Lado Brasileño, visitar el Parque de las Aves.
HOTELES:
BUENOS AIRES: Hotel Ibis Obelisco. Muy céntrico, limpio y bien de precio. Quizá un poco impersonal.
EL CALAFATE: Albergue Lago Argentino. Un sitio con mucho encanto, rollito hippy.
IGUAZÚ: Hotel Posada La Sorgente. Algo más caro que los demás, pero en el pueblo y muy bonito.
RIO DE JANEIRO (BRASIL): Hotel Mengo Palace. Zona muy tranquila, más barata que Copacabana. Un poco antiguo.
RESTAURANTES
BUENOS AIRES: Pizzería Guerrin
EL CALAFATE: La Tablita
IGUAZÚ: La Rueda
y mil más...

DÍA 19: NUESTRO ÚLTIMO DÍA EN BUENOS AIRES SIN OLVIDAR EL BARRIO DE BOCA


La cosa llegaba a su fin y no podíamos irnos de Buenos Aires sin visitar el BARRIO DE BOCA con su famosísima Bombonera y su Caminito. Así que después de zamparnos nuestras imprescindibles medias lunas salimos a la calle a pillar un taxi que no llevará hasta allí. También se puede ir en el bus número 29 que tiene varias paradas en el Microcentro, pero esta vez optamos por lo cómodo.

Era sábado por la mañana y nos llamo la atención que muchas tiendas del centro estuvieran cerradas. Le preguntamos al taxista y nos dijo que los sábados abrían pocas tiendas en el centro, que sobre todo estaban abiertas las de los centros comerciales. Así que cuidadín con dejar las compras de última hora para el sábado¡¡¡¡
En poco más de 10 minutos el taxista nos dejo en la puerta del Estadio de fútbol del Boca Juniors, más conocido como “LA BOMBONERA”. Se veía bastante gentecilla pululando ya por los alrededores. A la hora de pagar solo teníamos billetes de 100 pesos y el taxista no tenía cambio, así que nos dijo que no nos preocupáramos, que fuéramos a alguna tienda a cambiar el billete. Y tan tranquilo se quedo el hombre esperándonos, que podíamos haber salido por patas y hacerle un “sinpa”¡¡ Buena gente estos argentinos.
Después de pagar el taxi (que no hicimos el “sinpa”) entramos al Museo de la Pasión Boquense, que está en los bajos del estadio. Hay distintos tipos de entrada: solo para el museo, para el museo y asomarse a la cancha o para el museo y una visita guiada por la cancha, que era la entrada más cara. Bueno, ya que estábamos allí pillamos esa, pero la verdad es que me resultó carilla (también es verdad que yo muy del Boca no es que sea, para un hincha lo mismo es un chollo).
El museo básicamente son fotos de jugadores, las distintas camisetas, los trofeos y alguna cosa más. Tiene dentro una sala en forma de pelota enorme y dentro una pantalla de 360º donde cada hora echan una peliculilla, pero al final no la vimos. Por supuesto, la consabida tienda de regalos cariiiiisima¡¡¡

En la visita guiada un chico nos enseño las gradas, un minitrocito de césped “enjaulado” y el vestuario visitante.

Después de la visita cotilleamos un poco las tiendas de alrededor del estadio, que básicamente venden cosas del Boca ¡¡Que pasión, por Dios¡¡
Justo enfrente de la entrada del museo hay una calle que lleva directamente a CAMINITO. A mitad de la calle hay un parrillada estupenda con unos choricitos y unas costillitas haciéndose a la brasa y soltando un olorcito… ummmm¡¡¡¡
Llegando a Caminito ya empiezan a verse las fachadas de colores: rosa, celeste, amarillo… La verdad es que es una zona muy muy bonita. Demasiado turística quizás, pero merece la pena verla.


Hay mogollón de tiendas de recuerdos con cosas bastante chulas y también muchos artistas callejeros que venden sus cuadros con motivos de la zona. Algún cuadrito de éstos se vino con nosotros a España…
Comimos en un sitio que recomendaba la Lonely Planet, EL SAMOVAR DE RASPUTÍN, un sitio supercurioso que parece cualquier cosa menos un restaurante. Tiene una terraza fuera, pero nosotros nos metimos dentro y hay que ver la decoración del garito… no digo más. Tenéis que ir a verlo… La comida buenísima y superabundante como siempre.

Ya con los deberes hechos volvimos al hotel de nuevo en taxi. En la parada de taxis que hay en Caminito siempre hay un señor que creo que por abrirte la puerta, te pide propina. Así que llevar algo suelto para darle.
Mañana nuestro avión sale temprano, así que solo quedaba llamar a la empresa de remises que nos trajo desde el aeropuerto hace ya 20 días (como pasa el tiempo), intentar que todo lo que llevamos quepa en las maletas y despedirse hasta la próxima (nunca para siempre) de este maravilloso país que nos ha tratado de manera fenomenal, que nos ha ofrecido espectáculos naturales inigualables, que nos ha grabado en la retina imágenes imborrables y que no podremos olvidar nunca: el color azul del hielo en El Calafate, el sonido de los témpanos al caer al Lago Argentino, el verde cegador de la selva en Iguazú, la fuerza del agua de sus cataratas, la amabilidad de los argentinos, su riquísima y abundante comida, los colores de Caminito, la pasión por el fútbol, y en definitiva la pasión por la vida que te transmite Argentina. Tampoco podemos olvidar el maravilloso día que pasamos en Colonia de Sacramento en Uruguay y los caóticos y divertidos días en Rio de Janeiro¡¡¡¡ 
¡¡¡HASTA LA PRÓXIMA, QUE ESPERO QUE SEA PRONTO Y LEJOS¡¡¡

domingo, 10 de octubre de 2010

DIA 18: DE VUELTA A BUENOS AIRES

Terminamos nuestra aventura en Rio de Janeiro experimentando de nuevo el deporte de riesgo favorito de los cariocas: ir en taxi hasta el aeropuerto¡¡ Fuimos de nuevo con la misma compañía de taxis que nos trajo del aeropuerto al hotel. Reservamos la tarde de antes y superpuntual apareció el conductor la mañana siguiente a por nosotros.

El vuelo salió a su hora y llegamos a Buenos Aires (al Aeroparque) sobre las 2 de la tarde. De nuevo, pasamos los trámites de inmigración, cambiamos algo de dinero a pesos y pillamos un taxi que nos dejó en nuestro hotel favorito: el Ibis Obelisco. Recogimos las maletas que llevaban más de una semana en consigna y que estaban enterradas literalmente debajo de un montón de maletas más. Ay!!
Repetimos en la Pizzería Guerrin, esta vez empanadas y pizza de carne picada ¡¡Ríquísima!! Y probamos una bebida que beben mucho en Argentina: Paso de toros, que es una especie de Fanta de pomelo que ni fú ni fá.
Ya con fuerzas nos fuimos a comprar algunas cosillas a la calle Florida, que para no variar, estaba a tope de gente. Sale bastante bien de precio la ropa de deporte de marca y los artículos de piel. De hecho hay una cadena de tiendas que se llama Prüne, que tiene bolsos y zapatos de piel muy muy bonitos y nada caros si los comparamos con los precios de estas cosas en España. Hay varias tiendas de esta marca por Buenos Aires, y concretamente una en Galerías Pacífico. Además las cosas que compres en esta y otras tiendas tienen devolución de las tasas. En la planta baja de Galerías Pacífico hay un stand donde presentas el ticket de compra y te dan un papel que luego, en las oficinas de devolución de tasas del aeropuerto enseñas junto con las cosas compradas y te devuelven las tasas.
También compramos un par de cajitas de 6 alfajores en Havanna. De vuelta al hotel, vimos un montón de gente por la Avda. Corrientes: un montón de niñas de 13 o 14 años, con las caras pintadas y con camisetas de un grupete que se llamaba “Casi Angeles”. No sé si serían cantantes o de alguna serie de la tele, o yo que sé, el caso es que había cientos de niñas emocionadísimas alrededor de un teatro, supongo yo que para pillar autógrafos o alguna foto de los susodichos¡¡

domingo, 3 de octubre de 2010

DIA 17: EL TERCER DÍA EN RIO TOCA FÚTBOL EN MARACANÁ

Ya se iba notando el cansancio acumulado y este día nos levantamos bastante tarde. Así que decidimos tomárnoslo con tranquilidad y visitar el Estadio de Maracaná. Cogimos el metro en la parada de Catete y directo nos llevó a la parada de Maracaná.

Desde la misma parada ya se ve el estadio. La entrada es por la puerta número 15. Compras los tickets (un pelín caros) y con eso puedes visitar el museo, las gradas, la cancha y el vestuario.  La verdad es que yo no entiendo mucho de fútbol, pero se ve que este estadio tiene mucha solera. Aunque está un poco viejete.


Una vez que das una vuelta por el estadio, poco más hay que hacer por allí. Además, tampoco es muy aconsejable deambular por el barrio, ya que justo al lado tiene una favela enorme.

Por la tarde, aprovechamos para dar una vuelta por el barrio de Catete. Es increíble la cantidad de puestos callejeros que ponen. Puedes encontrar cualquier cosa en ellos: fruta, juguetes, cargadores para móviles, ropa de segunda mano, e incluso chanclas renegrías también de segunda (o tercera) mano¡¡¡ Nos alegramos de pillar el hotel en esta zona, porque es muy muy tranquila, pero tiene la esencia de los cariocas, se ven muy pocos turistas por sus calles. De todas formas, en Rio, con unas chanclas y una camiseta y si no te escuchan hablar, puedes parar por brasileño ya seas alto, bajo, gordo, canijo, blanco o negro¡¡¡

sábado, 2 de octubre de 2010

DIA 16: SEGUNDO DÍA EN RIO DE JANEIRO EN BARRA DE TIJUCA Y COPACABANA.

Si ayer vimos la ciudad desde arriba, hoy tocaba vivirla desde abajo, concretamente desde sus playas. Así que después de desayunar bajamos a recepción y preguntamos que autobuses iban a Barra de Tijuca. Queríamos ir a esta zona de Río porque aquí esta el Hard Rock Café, concretamente, en un centro comercial que se llama Citta América.
Así que a la parada de autobús y ojo avizor a los números S-107 y 500 no se qué. Y a esto que aparecen en la lejanía cuatro o cinco autobuses. ¡¡Ya estamos como ayer¡¡ Y uno es el S-107. Y antes de llegar a la parada, hace un quiebro y se planta en el carril más alejado. Así que por mucho que yo agitara los brazos rollo molino de viento, no paro. Vamos, que ni miró. Bueno, a esperar un poco más. Y vemos que viene el 500 y pico. “Vamos a dejar pasar este, porque la chica de recepción nos ha dicho que el otro pasa por Copacabana e Ipanema y el trayecto es más chulo. Además tiene que estar ya al llegar” Tic tac tic tac tic tac… Después de casi una hora vimos otra vez el 500 y pico y nos tiramos a por él. ¡¡Que le den al S-107¡¡
Del trayectito en bus a Barra de Tijuca ni hablamos: una hora metidos en el bus chupando atascos y pasando calores (¡¡y yo que había leído que ponían el aire acondicionado muy fuerte¡¡ ¡¡Pero si este solo lleva el aire que entra por las ventanillas¡¡) Lo único chulo es que atraviesa la favela de Rocinha, una favela enorme que tiene las casas pintadas de colores chillones.
Y por fin llegamos a Barra. Después de hacernos un pequeño lío buscando el centro comercial, dimos con él. Se ve que llevaba poco tiempo abierto, porque había muchos locales aún vacíos y los que ya estaban funcionando tampoco eran cosa del otro mundo. Así que nos metimos en el Hard Rock y aprovechamos para comer, que entre unas cosas y otras ya era hora.
Estuvimos hablando un buen rato (medio en portugués medio en español) con el camarero, que nos comentó que Rio no era una ciudad tan peligrosa como la pintaban. Solo había que tener un poco de cuidado y evitar zonas conflictivas. La verdad es que nosotros al principio íbamos algo acogonaillos, pero luego nada de nada.
Nos dijo los autobuses que iban a Copacabana y pillamos uno al poco de estar en la parada (¡¡por fin¡¡). Ah, una cosa curiosa: en Rio hay una especie de “autobuses ilegales” que son furgonetas blancas que van con las puertas abiertas y un tipo asomado pregonando los sitios a donde iban. Nosotros no subimos a ninguna, pero algunos cariocas sí que las utilizaban.
Bueno, vamos para Ipanema y Copacabana. ¡¡Que emoción¡¡ Cuando llegamos a la playa de Ipanema no vimos mucho ambiente, así que decidimos seguir en el bus hasta la playa de Copacabana. En cuando pasamos una especie de espigón que separa ambas zonas nos bajamos con la intención de pasearnos toda la avenida y darnos un chapuzón.  Pero la verdad es que aquello nos decepcionó un poco: no había ni de lejos el ambiente que esperábamos, apenas había gente en la playa y era bastante más pequeña de lo que yo pensaba. ¿Dónde estaban las espectaculares chicas brasileñas en tanga y los chicos musculosos jugando al vóley? Ese día desde luego, no estaban por allí. Así que nos limitamos a pasear.


En la avenida que da a la playa no hay ninguna tienda, solo hoteles, así que nos metimos en la paralela, la Avda. Nuestra Sra. De Copacabana, y aquí si que había mogollón de tiendas y de gente. Había una tienda enooooorme de hawainas (chanclas) de todos los modelos y colores que te puedas imaginar. Después de cotillear un poco, pillamos otro autobús y a “casa”. Un día un poco decepcionante el de hoy.

martes, 28 de septiembre de 2010

DIA 15: NUESTRO PRIMER DÍA EN RIO DE JANEIRO CON EL CRISTO REDENTOR Y EL PAN DE AZÚCAR.

Nos levantamos con ganas y nos “disfrazamos” de brasileños: camiseta, pantalón corto y chanclas. Desayunamos en el hotel y bajamos a recepción para preguntar que autobús había que tomar para ir al Monte Corcovado. Rio es una ciudad inmensa y caótica. Tiene un traficazo brutal y es muy difícil ir andando de un sitio a otro, ya que las distancias son enormes y la ciudad se encuentra desperdigada por varias colinas y entre ellas se sitúan las favelas, cientos de ellas y muy grandes. Es impresionante ver la ciudad desde arriba, es entonces cuando puedes disfrutar su belleza, porque una vez abajo en la “jungla” todo es coche, pitos, gente y bullicio¡¡¡
Para moverte por la ciudad puedes optar por los taxis (seguros y no demasiado caros) o vivir Rio desde dentro y embarcarte en la aventura de su transporte público: los autobuses, cientos de ellos que van como locos a todas partes de la ciudad¡¡ También tienen metro, pero solo dos líneas que sirven básicamente para ir al centro o al barrio de Maracaná.
Nosotros, por supuesto, optamos por pillar buses. La chica de recepción nos dijo los números de autobús que iban a Corcovado y dónde paraban. Así que enfilamos la Rua do Catete, que a esa hora de la mañana, era un enjambre de puestos callejeros de todo lo que se puede imaginar: fruta, ropa, productos de segunda mano, etc  Enseguida llegamos a una plaza (no recuerdo su nombre) y justo al lado de la parada de metro, estaba la parada del bus que buscábamos. Ese día tuvimos muuuuuucha suerte y el autobús estaba en la parada, así que para arriba¡¡ Ah, y a pasar por el tornito de las narices: justo detrás del conductor hay un minúsculo torno por donde tienes que pasar de puntillas, encogiendo la barriga, aguantando la respiración y por supuesto, sujetando con los brazos arriba el bolso o la mochila que lleves¡¡¡ Que si no te quedas atrancada y ni para adelante ni para atrás¡¡¡ Vamos, que ni la “Gisele Bunchen” esa pasa por ahí.
Le preguntamos al conductor que si podía avisarnos cuando llegáramos a nuestra parada y el bus subió toda la Rua Laranjeiras y en unos 20 minutos llegamos a la parada que el tren cremallera que sube al Monte Corcovado tiene en Rua Cosme Velho.

Compramos los billetes del tren y en otros 20 minutejos ya estábamos arriba. Durante el trayecto se ve por las ventanillas de la parte derecha unas hermosas vistas de la ciudad, pero lo mejor es cuando se está arriba, así que no hay que pelearse por pillar asientos a la derecha. Bajas del tren y hay unos ascensores que te suben más arriba aún y ahí está ya: ¡¡EL CRISTO REDENTOR¡¡


Justo en la base del Cristo por detrás hay una pequeña capillita que puede visitarse. Y lo más increíble son las vistas de las que disfruta el Cristo¡¡¡ Desde allí arriba se comprende porque a Rio la llaman la “Ciudad Maravillosa”.
Pero si estas vistas son espectaculares, no lo son menos las que luego vimos desde la cima del “Pan de Azúcar”. Después de disfrutar un buen rato en las alturas y bichear en la tienda de recuerdos (bastante cara) cogimos de nuevo el trenecito que bajaba. Nos montamos en uno de los vagones y de repente: “Pa pa pa, samba, pa pa pa, Janeiro, pa pa pa” ¡¡Un grupo de samba liándola parda dentro del tren¡¡ Y unos pocos bailando y cantando a ritmo de samba, muy divertido, como se contagiaba el ritmillo… todavía muevo la cintura al recordarlo¡¡¡
Después del divertido trayecto, bus de nuevo a “nuestro” barrio, donde aprovechamos para comer y descansar un rato (ya se iba notando el calor¡¡) Sobre gastronomía brasileña no puedo hablar mucho, la verdad. En Rio nos conformamos con matar el hambre en locales de comida rápida. Tampoco vimos demasiados restaurantes que nos llamaran la atención, así que poco que añadir sobre el tema. Bueno sí: les encanta beber unas latas de color verde fosforito que se llaman Guaraná. Tienen mucho gas y tiene un sabor entre ácido y metálico. Y en los Mc Donald`s y sitios así, en lugar de beber esos vasos gigantes de hielo con coca-cola que ponen por España, beben cantidades industriales de zumo: de uva, de naranja, de melocotón, …
Después de reponer fuerzas decidimos seguir a lo grande y nos fuimos al Pan de Azúcar. Teníamos que pillar el bus en la Avenida Praia do Flamengo hasta el barrio de Urca. Y ahora sí que nos dimos cuenta de lo “gracioso” que es coger un autobús en Rio: “Vale, tenemos que coger este o este número.  A ver, esta es la parada, pero en el cartelito solo pone que para uno de los números y otros mil más. Ea, pues cogemos ese. Mira, por ahí viene un autobús. No, espera, vienen cinco autobuses a la vez. Y a toda pastilla. Ay, que estos no paran. ¿Les ves los números? ¿Y en los mil carteles que tienen pegados en el cristal de delante, ves alguno que ponga Urca? Joder, es que si viene cinco a la vez, no doy pa verlos a todos. Pero mira ese, el que tira por el carril del medio. ¡¡Que es el nuestro¡¡ ¡¡¿O no?¡¡ Pero sal a mitad de la carretera a mirarle el número. Uy, han parado tres y los otros dos corren como si no fuera con ellos y sin echar una miradilla siquiera a la parada¡¡ Pues uno de los “huidos” era el nuestro. Más suerte la próxima vez” 
Ea, pues así se cogen los autobuses en Rio: los números que se indican en las paradas paran (o no) en ellas, y los que no se indican, pues paran más que los otros. Y vienen de tres en tres y sin ademán de frenar. Así que desde la lejanía hay que aguzar la vista, intentar verle el número al autobús o buscar el sitio adonde vas pegado en un cartel y levantar el brazo y hacer aspavientos para que el conductor te vea, se apiade de ti y pare. Y con la lección bien aprendida, paramos el que nos llevó a la entrada al funicular que sube al Pan de Azúcar.
Esta vez junto al torno había una señora que cobraba los billetes y ella fue la que nos avisó donde nos teníamos que bajar.
El funicular tiene dos paradas, una en cada cima de los dos cerros conocidos como Pan de Azúcar. Las vistas son espectaculares. En la primera parada, pueden sentarte en uno de los  bancos y relajarte con el espectáculo que hay a tus pies, mientras algún que otro mono “espelucao” corretea a tu alrededor.





La segunda parada es la más alta, pero también donde hay más gente, que rompe un poco la magia del sitio.

Y después a descansar. Habiamos pasado un día estupendo, pero estabamos hechos polvo.

lunes, 27 de septiembre de 2010

DIA 14: NOS DESPEDIMOS DE IGUAZÚ Y VOLAMOS A RIO DE JANEIRO.

Hoy teníamos por delante una jornada maratoniana de vuelos que empezaba a las 10:20 saliendo del mini-aeropuerto de Puerto Iguazú, llegada a 12:10 al Aeroparque de Buenos Aires y salida a Rio de Janeiro a las 16:55 para llegar ¡¡por fin¡¡ a las 19:55 a la “Ciudad Maravillosa”. Todo esto siempre y cuando Aerolíneas Argentinas nos lo permita…

Así que desayunamos en el hotel para coger fuerzas y esperamos el transfer que habíamos reservado la tarde antes, Four Tourist Travel, que salía más económico  que un taxi. Hicimos algunas paradas en distintos hoteles recogiendo pasajeros y finalmente llegamos al aeropuerto.
Bueno, nada emocionante que contar esta vez. El vuelo salió más o menos en hora, cajita con bizcocho para entretenernos, aterrizaje la mar de aburrido para lo que ya estábamos acostumbrados y llegada al Aeroparque.
Pasamos los controles de aduana, rellenado por no sé cuanta vez la tarjeta de salida de Argentina y después de una cola enorme, llegamos a la puerta de embarque. Allí nos apalancamos en un par de sillones y esperamos a que saliera nuestro vuelo. Mientras pudimos comprobar lo aficionados que son los brasileños a los duty-free. ¡¡Salían hasta arriba de bolsas¡¡
El vuelo salió en hora y sobre las 8 de la tarde aterrizamos en Rio. Como nos habían tocado los asientos junto al ala, apenas pudimos ver la ciudad en el aterrizaje. Pero ya la disfrutaríamos mañana…
Después de recoger la maleta encontramos una casa de cambio y cambiamos euros por reales a no se qué precio. Pensamos hacerlo así para no perder tiempo el día siguiente buscando bancos en Rio para cambiar. Además habíamos leído que a veces las casas de cambio, ofrecían mejores cambios que los propios bancos.
Avanzamos un poco más y de repente al doblar una esquina nos encontramos de frente con cuatro  o cinco ventanillas y unas chicas detrás desgañitándose y casi con medio cuerpo fuera intentando llamar nuestra atención¡¡¡ Anda, lo que estábamos buscando. Las compañías de remises. Total, que al pito pito, fuimos hacia unas de las ventanillas y contratamos un remis, que si se pagabas la ida y la vuelta, te hacían un descuento.
Y en una media hora, cuarenta minutos estábamos llegando a nuestro hotel. El viaje en taxi, una experiencia. Pero nada que ver con la que aún nos quedaba con los autobuses cariocas. ¡¡Cómo corren los “jodios”¡¡
Nuestro hotel estaba situado en Praia do Flamingo: HOTEL MENGO PALACE: Rua Correia Dutra, 31. 195 reales la habitación doble con desayuno (tarifa internet, allí era más caro) No me pidieron ningún dato para hacer la reserva por email. Wifi era un poco caro: 5 reales al día. La zona donde estaba el hotel era bastante tranquila, por un lado, la avenida Praia do Flamingo, donde paran un montón de autobuses, y por arriba, la Rua do Catete, una calle comercial típica carioca. Nosotros paseamos por la zona tranquilamente y en ningún momento, sentimos inseguridad ni vimos nada raro.
Y ahora, a descansar que mañana tocaba un día duro…

lunes, 20 de septiembre de 2010

DIA 13: LADO BRASILEÑO DE LAS CATARATAS DE IGUAZÚ: VER LAS CATARATAS

Hoy tocaba el Lado Brasileño de las cataratas. Hay gente que recomienda visitar antes este lado para tener una visión global de las cataratas y luego ir al lado argentino para sentirlas de cerca. Otros, en cambio, aconsejan lo contrario. Nosotros preferimos ir primero al lado argentino y al día siguiente al lado brasileño. Los dos parques son excepcionales, pero de todas todas en el Lado Argentino las disfrutas muchísimo más. Aquí se necesita un día entero, mientras que para visitar el lado brasileño, es suficiente con una mañana o una tarde.
La tarde de antes habíamos preguntado a la chica de recepción como podíamos ir al lado brasileño. Nos dio dos opciones: o en taxi o con una enrevesada combinación de autobuses que te dejaban y recogían en la frontera. Como no nos convenció mucho, decidimos ir a preguntar a la estación de autobuses y allí nos informaron de un bus que por 45 pesos ida y vuelta, te llevaba directamente al Parque Nacional y te esperaba el tiempo que estuvieras haciendo los trámites de inmigración. Tenía salidas a las 8:20, 10:20 y 12:20, y los horarios de vuelta eran a las 11, a las 13 y a las 17, recogiéndote en el mismo punto en el que te habían dejado. Nos pareció la mejor opción.
Así que nos levantamos con hora para pillar el bus de las 8:20. Desayunamos tranquilamente y nos dirigimos a la estación de ómnibus. Y allí nos volvimos a encontrar a Guillaume¡¡¡ Nos despedimos de él, que iba a coger un bus a Salta, y le deseamos lo mejor en los dos meses de aventura que le quedaban. ¡¡Eso si que es un viaje, 14 meses recorriendo el mundo¡¡
Pillamos el bus y en poco más de 45 minutos llegamos al Parque Nacional Brasileño. Por el camino hay que hacer el paso de frontera. Primero el bus te para en la frontera argentina, donde te ponen el sello de salida del país (aquí no hace falta rellenar la tarjeta de salida, menos mal¡¡). Te montas otra vez en el bus y a unos  500 metros, otra vez para abajo, a la frontera brasileña a que te pongan el sellazo de entrada en Brasil. Y a la vuelta, igual pero al revés¡¡¡
El autobús te deja justo en la puerta de la entrada al parque.

Nos ponemos en la cola para sacar la entrada. Se puede pagar en dólares, pesos y reales. Nosotros llevábamos pesos, pero a la hora de pagar me dice la chica que le tengo que dar el importe exacto, 172,10 pesos por las dos entradas, que no tiene cambio en pesos para darnos. Y fíjate tú que llevo todo el viaje cargada de monedas y billetes chicos, y precisamente ese día solo llevábamos billetes de 100 pesos¡¡¡ ¡¡¡Cabreo monumental¡¡¡ Intentamos cambiar en la tienda de regalos y en el bar que hay a la entrada, pero no lo conseguimos. Bueno, vamos a pagar con tarjeta… Y me dice la chica que da error¡¡¡¡ Aggg¡¡¡¡ ¿¿Y ahora que hacemos??
Teníamos pensado ir después de las cataratas a visitar el Parque de las Aves, que queda justo enfrente, cruzando la carretera. Decidimos ir allí a ver si tenemos suerte y al comprar la entrada pillamos cambio. ¡¡Bingo¡¡ Ya tenemos el precio justo (esto parece el concurso de la tele¡¡¡).
Este parque alberga un montón de especies de aves propias de la zona, la mayoría en jaulas bastante grandes. Pero lo mejor es que también tienen unos voladeros enormes donde puedes entrar con ellas. Vimos tucanes, loros, cotorras, avestruces, algunos reptiles, un mariposario y hasta colibríes¡¡¡ Intentar sacar una foto de un colibrí en vuelo es todo un ejercicio de paciencia y rapidez en darle al botón¡¡ ¡¡Mi chico lo consiguió¡¡











Después de ver el Parque de las Aves, volvimos al de las Cataratas con el dinero justo requetecontado y por fin pudimos entrar. Una vez dentro, pillas un autobús gratuito que hace varias paradas. Las dos primeras es para hacer excursiones opcionales como senderos en 4x4 o paseos en lanchas (se pagan aparte). Nos bajamos en la tercera parada que es donde comienzan las pasarelas para ver las cataratas.


Tras media horilla de paseo llegas al final de la pasarela, donde te “refrescas” con la espuma que forma el agua al caer (pero nada que ver con lo de las lanchas de ayer).


Vuelves un poco atrás y puedes coger un ascensor que te sube a un mirador con más vistas a las cataratas y desde donde se accede a la última parada que hace el autobús y final del recorrido. Allí hay tiendas y un par de sitios para comer, pero nosotros íbamos con nuestras viandas compradas la tarde de antes en uno de los supermercados de Puerto Iguazú: un sándwich de miga, empanadas y una especie de bola frita de puré de patata rellena de carne. Nos sentamos en un escalón a comernos nuestros manjares y justo al terminar y tirar las sobras al cubo de basura, aparecen dos coatíes atraídos por el olor y superpesados intentando colarse en el cubo para pillar algo. Es curioso, los cubos de basura y las papeleras tienen unos boquetes muy pequeños para evitar así que se cuelen dentro estos bichos y la líen parda¡¡¡
Después de descansar un rato divisando por última vez las cataratas, pillamos el bus que te deja de nuevo en la entrada al parque y luego el bus de vuelta a Puerto Iguazú, parando de nuevo en las fronteras.
Era nuestra última noche allí, ya que mañana teníamos jornada maratoniana a Rio de Janeiro, y cenamos en un restaurante muy tranquilito, LA ESQUINA. 
Si El Calafate nos dejo impresionados, no menos lo hizo Iguazú. Es casi imposible decidir que lugar te gusta más, mientras que El Calafate es una inmensidad pacífica de hielo, Iguazú es un estruendo de vida y agua.¡¡Hay que ir a verlo y sobre todo, a vivirlo¡¡

DÍA 12: LADO ARGENTINO DE LAS CATARATAS DE IGUAZÚ: SENTIR LAS CATARATAS¡¡¡

Toca levantarse temprano (vamos, como todos los días) para ver ¡¡por fin¡¡ las Cataratas. Bajamos a desayunar a la trattoria, reconvertida en salón de desayunos, donde había un pequeño buffet bastante completo con pan, medias lunas, bizcochos y tortas caseras, manteca, mermelada y el omnipresente dulce de leche, café, chocolate y zumo de naranja natural recién exprimido que te trae la camarera al verte aparecer ¡¡Muy rico¡¡

Después de desayunar, nos dirigimos a la estación de autobuses, a solo dos cuadras del hotel, a pillar el bus “El Práctico” (un bus viejete de color amarillo chillón), que por pocos pesos te deja en el Parque Nacional por el Lado Argentino. Sale cada poco tiempo, pero lo mejor es preguntar los horarios en la estación. Nosotros tomamos el primero, que salía a las 7:40, para llegar tempranito al Parque y evitar así a toda la gente que va más tarde. Cuando antes llegues, con menos gente te vas a encontrar en los circuitos¡¡¡
 A las 8 ya estábamos en el Parque comprando las entradas: 85 pesos. Nada más entrar encuentras algunas tiendas y un stand donde te ofrecen las excursiones que se pueden hacer y te explican un poco como está organizado el parque: desde la entrada se puede tomar un trenecito gratuito que hace dos paradas: una en la Estación Cataratas, donde empiezan los circuitos superior e inferior, y otra en la Estación Garganta del Diablo, donde comienza la pasarela que te lleva a la catarata más bestia, la Garganta del Diablo. A la Estación Cataratas se puede también llegar desde la entrada del Parque dando un breve paseo por el Sendero Verde. La Garganta del Diablo está un poco más lejos y prácticamente todo el mundo toma el tren desde la Estación Cataratas hasta allí, aunque también se puede ir andando.
El circuito superior es una red de pasarelas que va por encima de las cataratas, mientras que el circuito inferior son pasarelas hechas donde caen estas cataratas. Ambos circuitos son imprescindibles y muy fáciles de hacer. Además, desde el circuito inferior se puede tomar una lancha gratis que te lleva a la Isla San Martín, donde hay otro salto de agua. Otra posibilidad es hacer el Sendero Macuco, bastante más largo. Lo mejor es preguntar a la gente del parque.
Nosotros teníamos pensado hacer primero una excursión que se llama LA GRAN AVENTURA. La habíamos contratado en el mismo hotel y la pagaríamos el último día junto con la habitación (¡¡Importante¡¡ las excursiones siempre se pagan en EFECTIVO, el hotel no admite el pago con tarjetas de estas excursiones). El precio por persona es de 200 pesos, pero merece mucho, mucho, muchísimo la pena. También se puede contratar directamente en el stand del parque por el mismo precio.
Así que nos apuntamos a la primera Gran Aventura que había a las 8:45. Primero nos llevaron en un camión 4x4 por un sendero de 8 Km. donde nos iban explicando la distinta flora y fauna que podíamos ver en el parque: aves, coatíes y capibaras eran los animales más fáciles de ver y bastante más difícil, serpientes y monos. Iba diciéndonos esto cuando se escuchan unos gritos…¡¡ Miramos hacia los árboles y vemos tres o cuatro monos con cara de pocos amigos pegando chillidos: los monos aulladores¡¡ Jeje.

Después del paseo, tocaban las lanchas. Media hora por los rápidos del Rio Iguazú hasta llegar a la caída de las cascadas. ¡¡Una chulada¡¡ ¡¡Sabe a poco¡¡


Cuando te subes a las lanchas (o gomones) te dan un chaleco salvavidas y una bolsa de plástico grueso impermeable para meter tus cosas. Bueno, que amables, por si salpica algo de agua… Pero miramos atrás y vemos a los que llevaban la barquita perfectamente pertrechados con pantalones, cazadoras, botas y capuchas impermeables. Uy, pues lo mismo cae algo más de agua…
Empezamos a subir el río por los rápidos y ya se ven cerca las cataratas…

Nos dicen que guardemos las cámaras en las bolsas que ya estamos cerca…

Y de repente… chof, chof, requetechof, como si hubiera veinte tíos echándote cubazos de agua encima¡¡¡ Casi no se podían abrir los ojos, no se veía nada, solo agua, espuma, agua, espuma, agua… y un ruidazo¡¡¡ No podíamos parar de reírnos¡¡¡ Fue divertidísimo¡¡¡
Después de tres o cuatro “duchazos” volvimos a tierra firme completamente empapados. Menos mal que habíamos guardado los zapatos en la bolsa impermeable y nos habíamos puesto un chubasquero… pero yo llevaba los vaqueros chorreando¡¡¡¡¡ Estuve soltando agua toda la mañana¡¡¡ Y a esto que miro hacía un lado y veo a los dos italianos que iban delante nuestra en la barca en gallumbos y escurriendo los pantalones con las manos¡¡¡ Que cachondeo, todos estábamos muertos de la risa con todo aquello. Bueno, por lo menos teníamos todo el día para ir secándonos…
Desde el punto donde nos bajamos de las lanchas, empezamos a hacer el Circuito Inferior y empezamos también a no poder cerrar la boca de asombro por lo que veían nuestros ojos. ¡¡Era todo maravilloso¡¡ Además, había poquísima gente y la que había, estaba en el circuito superior, así que pudimos disfrutar a nuestras anchas de todo aquello.



En 2 horas, tranquilamente y parándonos cada dos por tres para hacer fotos recorrimos el circuito inferior. A las 12 del mediodía nos dirigimos hacia la Estación Cataratas para pillar el trenecito hasta la Garganta del Diablo. Nos habían recomendado ir a la Garganta a partir de esta hora, para que no pegara el sol de frente y salieran bien las fotos. El problema es que mucha gente tuvo la misma idea y había demasiada gente para mi gusto cuando llegamos allí. ¡¡Importante, el acceso a la Garganta cierra a las 15 horas, así que dormirse en los laureles¡¡
Esperando el tren vimos aparecer a Guillaume. Otro buen rato de charla con él, que nos contó que la tarde de antes había estado en el Lado Brasileño. Pillamos el tren y en un ratito llegamos a la pasarela que lleva a la cascada. Prácticamente todo el trayecto se hace sobre el agua. Al llegar la pasarela se ensancha y permite ver el espectáculo de agua más brutal que he visto en mi vida. ¡¡Es impresionante la fuerza del agua cuando cae y la cantidad de espuma que se forma¡¡ Imposible ver el fondo.




Ni con la mejor cámara del mundo puede recogerse una mínima parte de lo que es aquello y del estruendo que hace al agua al caer. ¡¡Chulísimo¡¡
Después de este maravilloso espectáculo, volvimos por la pasarela a pillar el tren de nuevo hasta la Estación Cataratas. Aprovechamos para traer las viandas que habíamos traído y pusimos rumbo al Circuito Superior. En el parque encuentras bares donde puedes comer algo más o menos decente. Incluso hay un restaurante que dicen que no está mal en su entrada. Nosotros preferimos llevar nuestros sándwiches.
Hicimos el circuito superior aproximadamente en 1 hora. También disfrutamos muchísimo asomándonos a las barandillas y ver como se formaba la cascada bajo tus pies. ¡¡Una pasada¡¡


Durante todo el día hicimos nuevos amigos que estuvieron encantados de posar para las fotos:




Muy contentos con todo lo que habíamos visto volvimos por el Sendero Verde hasta la entrada del parque, donde estuvimos cotilleando un poco los puestos de artesanías y las tiendas que había: ¡¡hasta una de alfajores Havanna¡¡ ¡¡Que plaga¡¡ Al salir nos cruzamos con un par de niños que de repente empiezan a gritar: “Mira, mira, ¿qué bichos son esos?” Miramos y justo detrás de una caseta de madera había tres hámster gigantes que rápidamente salieron pitando y no quisieron posar para nuestro álbum de fotos¡¡ ¡¡Eran capibaras o carpinchos¡¡
Volvimos a Puerto Iguazú en “El Práctico” y aprovechamos para comprar comida para mañana y cenar en la Pizzería Color. Ni fú ni fá. Pedimos pasta con salsa de tomate y albahaca y pollo al curry con arroz.
Consejos para las Cataratas por el Lado Argentino: ir temprano para no toparse con mucha gente, llevar ropa seca, chanclas y chubasquero para la Gran Aventura, ir a la Garganta del Diablo a partir del mediodía para sacar mejores fotos, llevar repelente de insectos y estar bien atento a todos los animales que se van a cruzar en tu camino ¡¡Ellos te ven a ti antes que tú a ellos¡¡ Y por último, disfrutad tanto o más como lo hicimos mi chico y yo ese día¡¡¡¡¡

domingo, 19 de septiembre de 2010

DÍA 11: NOS VAMOS A IGUAZÚ.

Descansados del día de ayer, de nuevo taxi y al Aeroparque, esta vez con destino a Puerto Iguazú, la “puerta de entrada” a las cataratas por el lado argentino. Llegamos pronto al aeropuerto, facturamos y a desayunar¡¡¡ Tostado de jamón y queso, esta vez uno para los dos¡¡¡ Y de repente nos encontramos de nuevo a Guillome ¡¡Qué pequeño es el mundo, va en nuestro mismo vuelo a Iguazú¡¡

El vuelo sale con un poco de retraso (poco para lo que ya estamos acostumbrados) y en poco más de hora y media estamos llegando. ¡¡Que diferencia de paisaje se ve desde la ventanilla del avión¡¡ De la “gran nada” de El Calafate a una explosión de color verde en Iguazú, y de repente, a lo lejos, una cabaña pequeñita en mitad de la selva. Nos vamos acercando a la cabañita y resulta que es el aeropuerto¡¡¡ Un trocito de selva sin árboles para que los aviones puedan aterrizar. ¡¡Argentina nos sorprende de nuevo¡¡
Decidimos tomar un taxi que nos llevara al hotel que habíamos visto por internet, que estaba a las afueras del pueblo. Por el camino vamos viendo algunos hoteles y albergues junto a la carretera y pensábamos que sería alguno de ellos. Pero el taxista toma un camino de tierra y empieza a adentrarse en la selva camino a la derecha, luego izquierda y así un buen rato hasta que llegamos al hotel. El sitio tenía muy buena pinta, pero nos pareció que estaba muy lejos de la carretera y por supuesto, del pueblo. Así que cancelamos la reserva y le dijimos al taxista que nos enseñara un par de sitios que estuvieran en el pueblo.
 Finalmente nos quedamos en el HOTEL POSADA LA SORGENTE, un hotelito muy mono que quedaba en el pueblo y que tenía habitaciones libres: Avda. Córdoba, 454, con piscina y wifi gratis. Habitación doble con desayuno por 330 pesos (hacen un 10% de descuento si se paga en efectivo). Por la noche ofrecen cenas en  su restaurante-trattoria.

Vamos a comer a LA RUEDA, un restaurante también recomendado por los foreros, que tiene como especialidad sus platos de pasta y de pescado. El lugar es muy bonito y el personal algo lento en el servicio, pero la comida buenísima. Pedimos dos platos de pescado de río típicos de la zona: Pagú a las finas hierbas y Surubí “Garganta del diablo”, relleno de palmito, queso y tomate. Si ves vivos a los bichos, no te los comes, ¡¡feísimos¡¡, pero están muy buenos. Y el postre ES-PEC-TA-CU-LAR:  Panqueque tropical, o sea, un crep finito con frutas tropicales encima y flambeado. ¡¡Una delicia¡¡
Después del “homenaje” decidimos volver a descansar un rato al hotel. Acostumbrados al frio “patagónico”, estábamos un poco aplatanaos con el calor. Ya repuestos damos una vuelta por el pueblo, que nos recuerda un poco a los pueblos del Caribe, y enfilamos la Avda. Tres Fronteras hasta el Hito y el rio Paraná, el punto donde se unen las tres fronteras: Brasil, Argentina y Paraguay.

Cotilleamos un poco los puestos de artesanías que hay allí y vemos por primera vez  los mosquitarros que hay por la zona (nada que ver con los portaviones que habitan en el aeropuerto de Roma) Comprobamos que el repelente que llevamos, RELEC EXTRAFUERTE, funciona estupendamente: los mosquitos se tiran en picado a por nosotros y al llegar, pum, se dan media vuelta sin saludarnos siquiera.
Volvemos al pueblo y compramos la comida para mañana: dos sándwiches de miga, patatas fritas y algunos alfajores. Lo disfrutaremos en el Lado Argentino del Parque Nacional de las Cataratas de Iguazú¡¡

sábado, 18 de septiembre de 2010

DÍA 10: NOS DESPEDIMOS DE EL CALAFATE Y VOLVEMOS A BUENOS AIRES.

Con muchísima pena hacemos la maleta y nos vamos a la puerta del albergue a esperar el transfer, Vespatagonia, que nos va a llevar al aeropuerto. Teníamos que tomar el vuelo de las 12:21 con destino a Buenos Aires, llegando allí a las 15:17. Como iba a cambiar la cosa…

Mientras esperamos al transfer, conocemos a Guillaume, un chico francés con muy buena onda que está haciendo la vuelta al mundo¡¡¡ Lleva 12 meses viajando y aún le quedan 2 más. Entre el español que sabe y nuestro mínimo inglés (de francés nosotros ná de ná), nos cuenta sus peripecias y todos los países en los que ha estado.

Llega el transfer y con buena hora llegamos al mini-aeropuerto. Facturamos, nos dan las tarjetas de embarque y con ellas vamos a pagar las tasas: te cobran por salir de El Calafate. ¡¡Toma ya¡¡ No es mucho, pero no sienta nada bien.

Vamos hasta la puerta de embarque y nos ponemos a esperar la salida del vuelo mientras charlamos con nuestro amigo Guillaume. Miro a la pantallita y veo que nuestro vuelo está demorado. Causa: la niebla. La verdad es que había bastante, no se veía nada a dos palmos. Pasa el tiempo y el vuelo sigue demorado. Y de buenas a primeras, puf, desaparece de la pantalla. Bajamos a ver qué pasa y nos dicen que el avión que venía a El Calafate y luego nos llevaba a Buenos Aires, ha tenido que aterrizar en Rio Gallegos y que vendría a recogernos cuando la niebla se disipara. Y pregunto: “¿Y eso cuándo va a ser?” Y me responden: “Pues cuando Dios quiera. La Patagonia es así” No, si razón no le faltaba al hombre¡¡

A esperar más rato y de repente se escucha por megafonía: “Su atención, por favor: Fulanito y Fulanita pónganse en contacto con personal de la compañía”  Y Fulanito y Fulanita, que éramos nosotros, para abajo otra vez. Nuestro vuelo estaba cancelado definitivamente y nos metían en el siguiente vuelo que iba para Buenos Aires. ¡¡Que amables¡¡ “¿Va directo, verdad, señorita?” “No, va primero a Ushuaia” ¡¡¡¡¡¿¿¿¿Qué????¡¡¡¡ Al fin del mundo LITERALMENTE¡¡¡

Llega el avioncito en cuestión, llenito de gente, nos ponen en los asientos al ladito de los motores (que es ir ENCIMA de los motores y a volar. Por cierto, a Guillaume también le han “regalado” el viajecito a Ushuaia.
Bueno, pues al menos vamos a ver el fin del mundo desde el aire. Y estamos divisando el paisaje (precioso, eso sí) tan tranquilos desde la ventanilla, cuando el avión pone el morro pá abajo y empieza a bajar en picado rollo F18. ¡¡¡Agggg, tengo el estómago en la campanilla¡¡ ¡¡Qué miedito¡¡ Después del “aterrizaje” se escucha: “Su atención por favor, el comandante de la nave pide disculpas por las molestias ocasionadas durante el aterrizaje”. Aerolíneas hoy me tiene contenta: nos regala un vuelo a Ushuaia, o sea, 2 horas y pico más de viaje para llegar a Buenos Aires, y luego un aterrizaje “Top Gun” para darle emoción al asunto.

Total y para resumir un poco el día, en lugar de llegar a Buenos Aires a las 15:17 después de 3 horitas de vuelo, llegamos a las 9 y pico de la noche, después de más de 5 horas en lo alto de un motor. Pero ya se sabe… la Patagonia es así.

Por fin llegamos al hotel, otra vez el IBIS OBELISCO. Recogemos las maletas que nos habían guardado y cambiamos la ropa de invierno por la de verano. Y mañana rumbo a Iguazú, espero que sin pasar por Ushuaia¡¡

DIA 9: EL CALAFATE Y CERRO FRÍAS.

Hoy teníamos pensado ir a El Chaltén a hacer un poco de treckking, pero después de la tremenda nevada que cayó ayer decidimos cambiar de planes. Además, quedaba a bastantes horas en bus y tal como estaban las carreteras, más que íbamos a tardar. Se lo comentamos a Mariano, el chico de recepción, y nos recomendó hacer una excursión a CERRO FRÍAS. El plan era ir en 4x4 a la cima del cerro y, con un poco de suerte y si no había mucha niebla, ver las vistas desde allí arriba. Bueno, no sonaba mal. Lo que no sabíamos que iba “incluido” en la visita, era la “pechá” de reír que nos metimos ese día…  

Desayunamos como todas las mañanas en la “cuquicocina” y a las 9:30 pasaron los de la agencia a recogernos. La excursión nos costó 150 pesos por persona, que también pagamos el último día en el hotel, como las excursiones anteriores. El día estaba bastante mejor, hacía solecito y ya no nevaba, pero aún quedaba nieve por todas partes¡¡¡ Nos llevaron hasta el pie del cerro y allí había un 4x4 esperándonos para empezar la excursión.

Íbamos un chico de Puerto Rico, dos brasileños que no se enteraban de ná, Leandro que era el conductor, mi chico y yo. ¡¡Vaya grupete¡¡ Leandro le plantó las cadenas al coche porque dijo que “arriba lo mismo había un poco más de nieve…”. ¡¡Un poco más de nieve¡¡ Si cada vez que me bajaba del coche (o mejor dicho, saltaba del coche) la nieve me llegaba a las rodillas. Aquí la prueba…




Al principio el camino estaba bien. Nos cruzamos con algunas vacas y algunos guanacos (unos bichos muy simpáticos que se parecen a las llamas).



Leandro y el portorriqueño cada vez se iban soltando más y estaban a ver quien decía la tontería más gorda. ¡¡Qué risa¡¡ Y conforme subíamos, el camino iba desapareciendo por la nieve, vamos, que ya ni camino ni ná, “nieve a través”. Y el coche derrapando, y el portorriqueño muerto de la risa, y Leandro avisándonos que aún quedaba lo peor,…

Por fin llegamos a la cima del cerro y allá arriba el día estaba superclaro y pudimos disfrutar de unas vistas maravillosas del Lago Argentino, e incluso se veían las Torres de Paine (Chile) por un lado y el macizo Fitz-Roy por otro. ¡¡Impresionante¡¡









Después de esta otra “bofetada” de belleza, al 4x4 a bajar lo que habíamos subido. Y otra vez el cachondeo. La verdad es que lo pasamos superbién. Era una excursión que no teníamos prevista y que es ideal para hacer si tienes una mañana o una tarde libre. Además de en 4x4, también ofrecen rutas a caballo por la falda del Cerro.

Nos trajeron de vuelta al pueblo y nos fuimos a comer. Queríamos ir a “PURA VIDA”, un restaurante que también era de la gente de nuestro albergue, pero justo ese día era su día de descanso. Así que finalmente comimos en “LA LECHUZA”. Este sitio tiene tres locales en El Calafate: La Lechuza Restaurante, la Lechuzita (más rollo pizza y bocatas) y La Lechuza Pizzería. Fuimos al primero de ellos y pedimos una empanada árabe, que era como de carne aliñada con limón, una empanada de tomate y queso, unos canelones de verdura y otros de pollo. La “pasta” de los canelones de pollo no era pasta rollo macarrones, sino una masa de crep superfinita. Muy ricos. Y para variar no fuimos capaces de comérnoslo todo¡¡¡ Vino la camarera a recoger los platos y al ver que nos quedaba comida nos dijo: “Pero no me digan que ya han terminado¡¡¡” “Sí, es que acá en Argentina ponéis muchísimo de comer” “Si, es verdad, todos los españoles nos lo dicen” ¡¡Asi que, comilones, Argentina es vuestro país¡¡¡

Fuimos al hotel a descansar un rato en el saloncito con su estufita ¡¡ummmm¡¡ que agradable, y a conectarnos a internet para hacer el web check-in del vuelo de mañana. Por cierto, wifi gratis en el albergue¡¡¡ Y oh, sorpresa, con el número de la reserva solo aparece un pasajero. Yo ya no estoy. Vaya, tanto cariño me han cogido que quieren que me quede aquí. En fin, mañana haremos el check-in normal y ya está. Vueltecita por el pueblo en plan despedida y a descansar.