Toca levantarse temprano (vamos, como todos los días) para ver ¡¡por fin¡¡ las Cataratas. Bajamos a desayunar a la trattoria, reconvertida en salón de desayunos, donde había un pequeño buffet bastante completo con pan, medias lunas, bizcochos y tortas caseras, manteca, mermelada y el omnipresente dulce de leche, café, chocolate y zumo de naranja natural recién exprimido que te trae la camarera al verte aparecer ¡¡Muy rico¡¡
Después de desayunar, nos dirigimos a la estación de autobuses, a solo dos cuadras del hotel, a pillar el bus “El Práctico” (un bus viejete de color amarillo chillón), que por pocos pesos te deja en el Parque Nacional por el Lado Argentino. Sale cada poco tiempo, pero lo mejor es preguntar los horarios en la estación. Nosotros tomamos el primero, que salía a las 7:40, para llegar tempranito al Parque y evitar así a toda la gente que va más tarde. Cuando antes llegues, con menos gente te vas a encontrar en los circuitos¡¡¡
A las 8 ya estábamos en el Parque comprando las entradas: 85 pesos. Nada más entrar encuentras algunas tiendas y un stand donde te ofrecen las excursiones que se pueden hacer y te explican un poco como está organizado el parque: desde la entrada se puede tomar un trenecito gratuito que hace dos paradas: una en la Estación Cataratas, donde empiezan los circuitos superior e inferior, y otra en la Estación Garganta del Diablo, donde comienza la pasarela que te lleva a la catarata más bestia, la Garganta del Diablo. A la Estación Cataratas se puede también llegar desde la entrada del Parque dando un breve paseo por el Sendero Verde. La Garganta del Diablo está un poco más lejos y prácticamente todo el mundo toma el tren desde la Estación Cataratas hasta allí, aunque también se puede ir andando.
El circuito superior es una red de pasarelas que va por encima de las cataratas, mientras que el circuito inferior son pasarelas hechas donde caen estas cataratas. Ambos circuitos son imprescindibles y muy fáciles de hacer. Además, desde el circuito inferior se puede tomar una lancha gratis que te lleva a la Isla San Martín, donde hay otro salto de agua. Otra posibilidad es hacer el Sendero Macuco, bastante más largo. Lo mejor es preguntar a la gente del parque.
Nosotros teníamos pensado hacer primero una excursión que se llama LA GRAN AVENTURA. La habíamos contratado en el mismo hotel y la pagaríamos el último día junto con la habitación (¡¡Importante¡¡ las excursiones siempre se pagan en EFECTIVO, el hotel no admite el pago con tarjetas de estas excursiones). El precio por persona es de 200 pesos, pero merece mucho, mucho, muchísimo la pena. También se puede contratar directamente en el stand del parque por el mismo precio.
Así que nos apuntamos a la primera Gran Aventura que había a las 8:45. Primero nos llevaron en un camión 4x4 por un sendero de 8 Km. donde nos iban explicando la distinta flora y fauna que podíamos ver en el parque: aves, coatíes y capibaras eran los animales más fáciles de ver y bastante más difícil, serpientes y monos. Iba diciéndonos esto cuando se escuchan unos gritos…¡¡ Miramos hacia los árboles y vemos tres o cuatro monos con cara de pocos amigos pegando chillidos: los monos aulladores¡¡ Jeje.
Después del paseo, tocaban las lanchas. Media hora por los rápidos del Rio Iguazú hasta llegar a la caída de las cascadas. ¡¡Una chulada¡¡ ¡¡Sabe a poco¡¡
Cuando te subes a las lanchas (o gomones) te dan un chaleco salvavidas y una bolsa de plástico grueso impermeable para meter tus cosas. Bueno, que amables, por si salpica algo de agua… Pero miramos atrás y vemos a los que llevaban la barquita perfectamente pertrechados con pantalones, cazadoras, botas y capuchas impermeables. Uy, pues lo mismo cae algo más de agua…
Empezamos a subir el río por los rápidos y ya se ven cerca las cataratas…
Nos dicen que guardemos las cámaras en las bolsas que ya estamos cerca…
Y de repente… chof, chof, requetechof, como si hubiera veinte tíos echándote cubazos de agua encima¡¡¡ Casi no se podían abrir los ojos, no se veía nada, solo agua, espuma, agua, espuma, agua… y un ruidazo¡¡¡ No podíamos parar de reírnos¡¡¡ Fue divertidísimo¡¡¡
Después de tres o cuatro “duchazos” volvimos a tierra firme completamente empapados. Menos mal que habíamos guardado los zapatos en la bolsa impermeable y nos habíamos puesto un chubasquero… pero yo llevaba los vaqueros chorreando¡¡¡¡¡ Estuve soltando agua toda la mañana¡¡¡ Y a esto que miro hacía un lado y veo a los dos italianos que iban delante nuestra en la barca en gallumbos y escurriendo los pantalones con las manos¡¡¡ Que cachondeo, todos estábamos muertos de la risa con todo aquello. Bueno, por lo menos teníamos todo el día para ir secándonos…
Desde el punto donde nos bajamos de las lanchas, empezamos a hacer el Circuito Inferior y empezamos también a no poder cerrar la boca de asombro por lo que veían nuestros ojos. ¡¡Era todo maravilloso¡¡ Además, había poquísima gente y la que había, estaba en el circuito superior, así que pudimos disfrutar a nuestras anchas de todo aquello.
En 2 horas, tranquilamente y parándonos cada dos por tres para hacer fotos recorrimos el circuito inferior. A las 12 del mediodía nos dirigimos hacia la Estación Cataratas para pillar el trenecito hasta la Garganta del Diablo. Nos habían recomendado ir a la Garganta a partir de esta hora, para que no pegara el sol de frente y salieran bien las fotos. El problema es que mucha gente tuvo la misma idea y había demasiada gente para mi gusto cuando llegamos allí. ¡¡Importante, el acceso a la Garganta cierra a las 15 horas, así que dormirse en los laureles¡¡
Esperando el tren vimos aparecer a Guillaume. Otro buen rato de charla con él, que nos contó que la tarde de antes había estado en el Lado Brasileño. Pillamos el tren y en un ratito llegamos a la pasarela que lleva a la cascada. Prácticamente todo el trayecto se hace sobre el agua. Al llegar la pasarela se ensancha y permite ver el espectáculo de agua más brutal que he visto en mi vida. ¡¡Es impresionante la fuerza del agua cuando cae y la cantidad de espuma que se forma¡¡ Imposible ver el fondo.
Ni con la mejor cámara del mundo puede recogerse una mínima parte de lo que es aquello y del estruendo que hace al agua al caer. ¡¡Chulísimo¡¡
Después de este maravilloso espectáculo, volvimos por la pasarela a pillar el tren de nuevo hasta la Estación Cataratas. Aprovechamos para traer las viandas que habíamos traído y pusimos rumbo al Circuito Superior. En el parque encuentras bares donde puedes comer algo más o menos decente. Incluso hay un restaurante que dicen que no está mal en su entrada. Nosotros preferimos llevar nuestros sándwiches.
Hicimos el circuito superior aproximadamente en 1 hora. También disfrutamos muchísimo asomándonos a las barandillas y ver como se formaba la cascada bajo tus pies. ¡¡Una pasada¡¡
Durante todo el día hicimos nuevos amigos que estuvieron encantados de posar para las fotos:
Muy contentos con todo lo que habíamos visto volvimos por el Sendero Verde hasta la entrada del parque, donde estuvimos cotilleando un poco los puestos de artesanías y las tiendas que había: ¡¡hasta una de alfajores Havanna¡¡ ¡¡Que plaga¡¡ Al salir nos cruzamos con un par de niños que de repente empiezan a gritar: “Mira, mira, ¿qué bichos son esos?” Miramos y justo detrás de una caseta de madera había tres hámster gigantes que rápidamente salieron pitando y no quisieron posar para nuestro álbum de fotos¡¡ ¡¡Eran capibaras o carpinchos¡¡
Volvimos a Puerto Iguazú en “El Práctico” y aprovechamos para comprar comida para mañana y cenar en la Pizzería Color. Ni fú ni fá. Pedimos pasta con salsa de tomate y albahaca y pollo al curry con arroz.
Consejos para las Cataratas por el Lado Argentino: ir temprano para no toparse con mucha gente, llevar ropa seca, chanclas y chubasquero para la Gran Aventura, ir a la Garganta del Diablo a partir del mediodía para sacar mejores fotos, llevar repelente de insectos y estar bien atento a todos los animales que se van a cruzar en tu camino ¡¡Ellos te ven a ti antes que tú a ellos¡¡ Y por último, disfrutad tanto o más como lo hicimos mi chico y yo ese día¡¡¡¡¡